Las vacaciones son sinónimo de relax, de descanso, de bienestar. Pero, si miramos desde el punto de vista práctico, en ocasiones, también van ligadas a la aparición de problemas gastrointestinales. ¿El motivo? Los cambios en los horarios y, en general, en los hábitos al comer. Es ahí cuando puede ‘llamar a la puerta’ la diarrea del viajero, la dolencia más frecuente y que suele aparecer cuando se consumen alimentos o productos en mal estado o a los que nuestro cuerpo no está acostumbrado. Seguir unos sencillos consejos prácticos a la hora de alimentarnos puede ayudarnos a evitar buena parte de las complicaciones que pueden surgir durante las vacaciones.
Para prevenir, toma nota
Así, para prevenir la aparición de casos de gastroenteritis, la Asociación para el Autocuidado de la Salud recomienda extremar las precauciones con los productos que consumimos cuando estamos de viaje. “Las verduras no deben ingerirse crudas, las carnes y los pescados deben estar suficientemente cocinados, y la fruta hay que pelarla o lavarla con agua apta para el consumo humano”, explica Rafael García Gutiérrez, director de esta asociación.
-Además, recuerda que la repostería y los helados pueden contaminarse fácilmente. En cualquier caso, en su opinión, el mejor consejo es evitar los puestos ambulantes a la hora de comer y acudir a establecimientos que garanticen unas condiciones mínimas de higiene y de calidad.
-Otra fuente frecuente de problemas estomacales cuando estamos de viaje es el agua, por lo que anefp recomienda consumir sólo aquella que está embotellada y que haya sido abierta en nuestra presencia.
-Y en relación con el agua, nos recomienda evitar los cubitos de hielo en nuestro vaso si desconocemos la procedencia del agua con la que se han preparado, especialmente si nos encontramos en países cuyas condiciones de higiene no son del todo satisfactorias.
En caso de contagio
Si a pesar de estas precauciones no conseguimos librarnos de la gastroenteritis, nuestro botiquín de viaje debe contener al menos antidiarreicos, aunque también es conveniente llevar un suero de rehidratación oral para reponer las sales y los minerales que podamos perder durante la enfermedad, puesto que la deshidratación es el verdadero riesgo de una diarrea.
Y en el extremo opuesto...
El cambio en los hábitos de alimentación también puede ser el origen de un trastorno gastrointestinal diferente: el estreñimiento. Asimismo, la ingesta de productos y condimentos picantes, comidas copiosas, bebidas alcohólicas o frutas ácidas puede generarnos molestias de estómago. Por este motivo, tener un laxante y un antiácido en nuestro botiquín nos puede sacar de más de una situación incómoda.