El verano en el punto de mira y un objetivo claro: acabar a toda costa con esos kilos de más que tan mal le sientan a tu biquini... Es ahí cuando entran en juego multitud de dietas que prometen resultados casi milagrosos. Los expertos acaban de hacer una llamada de atención sobre estos regímenes. Y es que se debe concienciar a la población de la importancia de tener un peso normal, pero no a cualquier precio. En este sentido, la recuperación del peso perdido tras una dieta de adelgazamiento es un fenómeno habitual que repercute muy negativamente sobre la salud y al que con frecuencia no se da importancia.
Por este motivo, se ha celebrado este pasado fin de semana el Día Europeo de la Obesidad bajo el lema Stop Yoyó, con el fin de realizar una llamada de atención sobre los efectos tanto del sobrepeso y la obesidad como de los efectos adversos de las dietas milagro o yoyó, cuyo uso aumenta en los meses de verano. “Se trata de dietas no equilibradas que, además de tener un efecto yoyó por el que en un breve periodo de tiempo se recupera el peso corporal por encima del peso inicial, pueden causar problemas sobre el metabolismo, la función renal, ocasionan deficiencias vitamínicas, caída del cabello, entre otros efectos nocivos”, explica la doctora Monereo, coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.
Todos los veranos aparecen nuevas dietas que “prometen” adelgazar rápido y de forma rápida. Todas estas dietas tienen un denominador común: el efecto rebote o, dicho de otra manera, el efecto yoyó. En palabras del profesor Tomás Lucas Morante, presidente de la SEEN, “una dieta hipocalórica y monótona va a crear en el organismo una sensación constante de falta de energía, lo que llevará a almacenar reservas en cuanto la dieta vuelva a una cierta normalidad. En una o dos semanas nos pueden hacer bajar mucho de peso pero no lograrán mantenerlo en el tiempo e incluso harán que después aumente. Además, nos habrán creado ciertas deficiencias que pueden desembocar en algunas enfermedades”. En este sentido, todas ellas inducen déficits nutricionales severos, pérdida de agua y de masa muscular que pueden tener consecuencias negativas importantes a corto y largo plazo sobre la salud física y mental.
Por ello, los expertos quieren realizar una llamada de atención a la población general sobre el uso de estas dietas: si estás adelgazando y pierdes dos o más kilos a la semana, notas que los músculos han perdido volumen, tono y fuerza, te sientes excesivamente cansado, irritable y experimentas la necesidad de comer compulsivamente con alguna frecuencia incluso te cuesta conciliar el sueño por apetito, ponte en alerta, algo va mal. “Una excesiva caída de pelo aproximadamente un mes después de haber iniciado la dieta, fragilidad en las uñas, aparición de grietas en las comisuras de los labios, mareos, palpitaciones o calambres son signos de que se está entrando en un cuadro de malnutrición con consecuencias poco recomendables sobre la salud”, explica la doctora Monereo.
La obesidad, un problema de primer orden
Se estima que la obesidad afecta a 150 millones de adultos y 15 millones de niños en Europa, es decir, al 20% de la población adulta y al 10% de la población infantil de nuestro continente. “Favorece la aparición de muchas enfermedades, siendo éstas más frecuentes que en las personas con peso normal”, afirma el profesor Tomás Lucas Morante. Así, diabetes, hipertensión arterial, hiperlipemia, colelitiasis y apnea del sueño aparecen 3 veces más en las personas con obesidad, mientras que la enfermedad coronaria, la artrosis y la gota se dan de dos a tres veces más. Además, según el profesor Felipe Casanueva, “en la actualidad, ya existen evidencias de que la presencia de obesidad conlleva un aumento del riesgo de algunos tipos de tumores, como el cáncer de mama o el cáncer de colon”.
En España, se estima que más de la mitad de la población adulta tiene problemas de sobrepeso y casi nunca se acude a la consulta de Endocrinología, debido, en palabras del profesor Casanueva, “a que aún hay falta de concienciación entre la población general sobre el hecho de que el sobrepeso y obesidad son un problema de salud, no de imagen ni de estética”.
El efecto yoyó
Someterse continuamente a restricción alimentaria con el fin de querer adelgazar sin plantearse la pérdida de peso como un cambio en el estilo de vida conduce al conocido fenómeno del yoyó o del peso cíclico. Por tanto, no se debería aconsejar la pérdida de peso cuando esta no es necesaria o cuando no se reeduca al paciente de forma que sea capaz de mantener el peso perdido. “Solo se debe perder el peso que uno vaya a ser capaz de mantener en función de los cambios que sea capaz de realizar en su estilo de vida”, concluye la doctora Monereo.
El papel del endocrinólogo
La obesidad es un problema crónico que implica un cambio del estilo de vida programado y progresivo a largo plazo, para el que no existen curas o remedios milagrosos. Según el profesor Lucas Morante, “sólo los endocrinólogos están capacitados para realizar un análisis completo del contexto de la obesidad, de si existen alteraciones hormonales que la provoquen y el tratamiento más oportuno”.
“Se debe diagnosticar si el paciente tiene riesgo de hipertensión arterial, diabetes, hiperuricemia, síndrome metabólico, hígado graso, apneas del sueño, etc.”, añade el profesor Casanueva. Sin duda, el tratamiento de lo obesidad es complicado, aunque los expertos hacen hincapié en la necesidad de que los pacientes adopten una serie de medidas saludables. “Es necesario que se realice ejercicio físico mantenido y adecuado, que se adopten una serie normas alimentarias, dietas específicamente bien diseñadas”, explica el profesor Moreno. “Además, es fundamental realizar una modificación de la conducta alimentaria, establecer normas de vida adecuadas y saludables, acompañadas de un uso controlado de las escasa opciones terapéuticas con las que contamos”.