Con la primavera a la vuelta de la esquina, se acercan fechas que suelen ser complicadas para los alérgicos. Pero, ¿cómo se presenta esta estación? La climatología y las condiciones ambientales influyen, y de qué manera, en el grado de incidencia de las alergias. Hoy, precisamente, se han presentado las previsiones realizadas por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Perspectivas no demasiado halagüeñas
“El elevado índice de contaminación que han sufrido algunas ciudades españolas en el mes de febrero puede alterar la fisiología de las plantas y potenciar la agresividad del polen esta primavera”, asegura el doctor Francisco Feo Brito, coordinador del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). “Además, el cambio climático, con presencia de fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias intensas y tormentas, frío alternado con temperaturas muy elevadas, etcétera, provoca una prolongación de la temporada polínica, adelantando su inicio y retrasando su finalización”, agrega el experto. Así, los especialistas auguran que los más de seis millones de alérgicos de nuestro país comenzarán a notar los síntomas durante el mes de marzo, “aunque será en abril, mayo y junio cuando éstos más se agudicen”.
Las ‘temidas’ gramíneas
Si estás familiarizado con el vocabulario de las alergias, seguro que son bien conocidas para ti las gramíneas. Como todos los años, el polen de gramíneas será el agente que mayor sintomatología provocará. ¿La razón? Es el más alergénico y de mayor distribución en nuestro país, aunque se concentra en su mayoría en el centro y sur peninsular. Tanto afecta que ocho de cada diez pacientes alérgicos son sensibles a este tipo de polen. La intensidad en la polinización de las gramíneas de cada temporada mantiene una buena relación con la humedad y pluviosidad preestacional, es decir, aquella que se registra entre los meses de octubre a marzo. “De este modo, el estudio mediante modelos predictivos, llevado a cabo por el Comité de Aerobiología, nos indica que la polinización de esta primavera va a ser intensa, en el centro y sur peninsular y moderada en el resto”, advierte el doctor Feo.
Mayo, un mes decisivo
Sin embargo, el impacto real de este agente “primaveral” sobre la sintomatología de los pacientes dependerá finalmente de cómo se presente el mes de mayo. Así, será la climatología de dichas semanas, periodo en el que se produce la polinización, la que resulte determinante: “El mayor factor de riesgo para los alérgicos a este tipo de polen es que se produzca un anticiclón en mayo. Es decir, el tiempo seco y temperaturas moderadas, es el peor escenario para los alérgicos. Por el contrario, la lluvia y el tiempo húmedo durante la polinización disminuyen los niveles de concentración polínica”. En el año 2009 las elevadas temperaturas provocadas por vientos saharianos, agotó rápidamente las gramíneas. Por el contrario, el año pasado, las abundantes lluvias de los meses de mayo y junio, favorecieron una primavera más suave que la prevista en el mes de marzo.
Polen+contaminación
El alto nivel de industrialización de algunas ciudades ha hecho que durante los últimos años se haya incrementado de forma alarmante el número de casos de alergia respiratoria. La causa no es sólo el aumento de los niveles de polen, sino que éste, en combinación con los distintos agentes contaminantes, puede llegar a hacerse mucho más agresivo. El doctor Feo explica que “la mezcla de pólenes de plantas y partículas de contaminación es muy peligrosa. El polen de ciudad es mucho más agresivo ya que la contaminación produce cambios en la estructura de las partículas y éstas tienen mayor capacidad de provocar sensibilización en el paciente, el paso previo a padecer una alergia”.
Por otro lado, la contaminación atmosférica no sólo afecta a las vías respiratorias, también se deposita posteriormente en el suelo, afectando directamente a las semillas, raíces y al desarrollo de la planta. Los contaminantes son tóxicos y además producen estrés ambiental, alterando las características fisiológicas de las plantas y convirtiendo a los pólenes en más alergénicos y potentes. En cualquier ciudad donde el tráfico es intenso, son las partículas diesel los agentes contaminantes que frecuentemente empeoran la evolución de las personas alérgicas. “Se ha demostrado que en áreas con alta densidad de vehículos, la liberación de las sustancias proinflamatorias en los pólenes alergénicos es más del doble que en las zonas rurales con menos tráfico, y estas mismas sustancias hacen que el propio polen contacte con las vías respiratorias y pueda actuar iniciando incluso la reacción alérgica”, asegura el experto.
El polen también ‘viaja’
Pero no sólo las gramíneas son culpables. Junto a ellas, los pólenes más relevantes por su potencial de causar sintomatología alérgica son el del plátano de sombra, el olivo y la parietaria. La alergia al polen de olivo afecta a amplias zonas de Andalucía y Castilla-La Mancha, mientras que la parietaria es el polen predominante en toda el área mediterránea. Sin embargo, estos agentes pueden viajar de unas zonas a otras y desencadenar síntomas en lugares muy distantes a sus áreas de origen, debido a los vientos y las tormentas. Estos fenómenos metereológicos pueden trasladar el polen a larga distancia, incluso a cientos de kilómetros. En palabras del experto, “este fenómeno está bien establecido en varios países europeos con el polen de la ambrosía, una planta obstinada y resistente que puede crecer en cualquier lugar. Además, como promedio, produce mil millones de granos de polen por temporada y éstos pueden viajar hasta 600 kilómetros debido a su liviana textura”.
Un fenómeno similar ocurre en nuestro país con el polen del olivo. Se ha demostrado que si durante la fecha álgida de polinización del olivo en las provincias de Jaén y Córdoba (primera quincena de mayo), se producen tormentas con vientos de componente sur, los granos de polen llegan en cantidades altas hasta las provincias de Ciudad Real, Toledo y Madrid, provocando reacciones alérgicas en los pacientes cuando todavía los árboles de estas zonas no han comenzado a polinizar. Por tanto, el cambio climático puede modificar también los calendarios locales de polinización.
Un cuarto de la población
Pero, ¿cuántos alérgicos hay en España? Las estimaciones apuntan a que en nuestro país cerca del 25% de la población padece algún tipo de enfermedad alérgica. Las patologías alérgicas más frecuentes y con mayor protagonismo durante los meses de primavera son la rinitis y el asma. Tal y como explica el doctor José María Olaguibel, presidente de la SEAIC, “aproximadamente, entre el 20% y el 25% de la población general presenta rinitis alérgica y entre el 5% y el 10% padece asma. Se trata de unos porcentajes muy significativos, no solo por la importancia de la propia enfermedad, sino también porque es una patología cada vez más prevalente”.
Aunque las previsiones “auguren” una elevada sintomatología, la rinitis y el asma alérgico no deben suponer un problema grave si los pacientes siguen el tratamiento indicado por su alergólogo. “Es una patología en la que conocemos con bastante aproximación las fechas de inicio y finalización. De este modo, las medidas de evitación alergénica, junto a los tratamientos sintomáticos y de mantenimiento, deben permitir un total control de los síntomas”, apunta el coordinador del Comité de Aerobiología.
Los expertos indican que la inmunoterapia es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la enfermedad alérgica (rinoconjuntivitis y asma bronquial). Actualmente, sólo uno de cada 10 alérgicos se vacuna. La inmunoterapia se engloba en el tratamiento integral de las enfermedades alérgicas respiratorias, que incluye también medidas de control ambiental, como evitar el contacto con el alérgeno, el tratamiento farmacológico de los síntomas y la educación del paciente. A pesar de la eficacia ampliamente demostrada de la vacunación antialérgica, muchos enfermos abandonan el tratamiento.