Las personas que padecen varices ven en el calor y el aumento de las temperaturas una mala noticia, ya que la pesadez de piernas, los edemas, el dolor y los trastornos circulatorios se ven agravados.
Por ello, una vez más, más vale prevenir, pues lo más importante es que las varices no aparezcan (una vez que aparecen, hay que acudir al tratamiento). Por ello, pueden serte de utilidad esta serie de recomendaciones:
- Es muy conveniente estimular la actividad de los músculos de las extremidades inferiores (lugar donde las varices se producen con más frecuencia) a través del ejercicio y la práctica de algún deporte. Una buena recomendación en este sentido consiste en caminar al menos 45 minutos al día. Y también puede ser buena idea ejercitarse poniéndose frecuentemente de puntillas y al contrario, apoyar los talones y elevar el antepié cuando se debe permanecer mucho rato sentado o de pie.
- Evita las ropas ajustadas (fajas, corsés o medias que puedan comprimir demasiado).
- También hay que evitar fuentes de calor cercanas y directas.
- Utiliza calzado adecuado, entre 3 ó 4 cm de tacón. Esto es, intenta usar zapatos que no sean ni muy altos ni muy planos.
- Darse duchas con agua fría en las piernas para activar la circulación. Intenta evitar los baños calientes, algo sencillo en verano.
- Procura descansar elevando las piernas. Se pueden ejercitar incluso en la cama; levantando las piernas y moviéndolas como si se pedaleara en una bicicleta.
- Seguir una dieta equilibrada que ayude a proteger nuestro sistema circulatorio.
Factores de riesgo
Son aquellos que intervienen de forma directa en el origen de las varices. La mayoría de ellos pueden ser previsibles y tratados, y su correcta prevención evitará, en muchos casos, la aparición de las varices:
-Antecedentes familiares de varices.
-Embarazos repetidos.
-Obesidad y sobrepeso.
-Estreñimiento.
-Vida sedentaria.
-Tipo de trabajo (estar de pie o sentado de forma prolongada).
-Ropas muy ceñidas.
-Exceso de calor.
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