Pero, ¿cuáles son los datos? La diabetes tipo 1 crece a un ritmo del 3% anual en niños y adolescentes, y a un alarmante ritmo del 5% anual entre los niños en edad preescolar. Así, según los cálculos de la federación Internacional de la Diabetes, en el mundo, 70.000 niños de menos de 15 años desarrollan diabetes tipo 1 cada año (casi 200 niños al día). Si hablamos de la situación geográfica, de los 440.000 niños menores de 14 años que se calcula tienen diabetes tipo 1, más del 25% vive en el Sudeste Asiático, y más del 20% están en Europa.
Y, desgraciadamente, según los expertos, las previsiones no son nada esperanzadoras, pues parece probable que la incidencia mundial del otro tipo de diabetes, la 2 -que solía considerarse una enfermedad de adultos- en niños vaya a aumentar en un 50% durante los próximos 15 años. Los datos no hacen sino constatar que, hoy día, la diabetes está creciendo a un ritmo alarmante en niños y adolescentes.
Un ejemplo: en algunas áreas de Estados Unidos, uno de los países con los índices de obesidad infantil más preocupantes del planeta, se calcula que la diabetes tipo 2 representa hasta un 43% de los casos de diabetes recién diagnosticados y que suma el 29% del total de casos de diabetes en adolescentes. Estas consecuencias se pueden prevenir.
Pero, ¿a qué se debe esta situación? El pilar básico es la alimentación. Por ello, se cree que el rápido aumento de la diabetes tipo 2 es, en parte, consecuencia del cambio en los hábitos alimenticios: abandono de las dietas saludables -como la mediterránea-, consumo de alimentos altos en grasa, de bollería industrial, bajos en fibra... Situación que no es exclusiva de una zona concreta, sino que es un mal que padece todo el planeta. Cerca de un 85% de los niños con diabetes tipo 2 sufre sobrepeso u obesidad en el momento del diagnóstico, y los expertos calculan que uno de cada diez niños en el mundo tiene sobrepeso. Todos estos niños corren un mayor riesgo de desarrollar diabetes.
El objetivo de los niños con diabetes es controlar y gestionar su afección del modo más eficaz posible a fin de reducir el riesgo de complicaciones diabéticas, para poder así mantener un crecimiento y un desarrollo físico y psicológico normales. Con los cuidados adecuados y el acceso a medicación, educación y apoyo, los niños con diabetes pueden llevar una vida plena, sana y productiva.