El ejercicio es uno de los pilares del estilo de vida cardiosaludable. Y es fundamental sensibilizar a la población -con especial hincapié en los más jóvenes, los mayores y las mujeres- de los beneficios que reporta para la salud en general y el bienestar del corazón en particular.
Así, según los expertos, son muchos los efectos beneficiosos del ejercicio en la prevención de las enfermedades coronarias y en la disminución de la mortalidad. Así, el ejercicio es fundamental en el control y tratamiento de enfermedades como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la obesidad, la diabetes y la enfermedad coronaria, así como en dolencias respiratorias y psicológicas.
Tanto las personas sanas como los pacientes cardiovasculares pueden mejorar su aptitud física con niveles de entrenamiento ligero. Esto sucede por un aumento del gasto cardíaco que origina una mayor cantidad de sangre aportada a los músculos y por la mayor capacidad para aprovechar el oxígeno de la sangre. Durante el entrenamiento también mejoran aspectos hormonales, metabólicos, neurológicos y respiratorios.
Si queremos reducir nuestro riesgo cardiovascular, lo más indicado es el ejercicio dinámico o aeróbico -que suelen ser prolongados, implican a grandes grupos musculares y se realizan con consumo de oxígeno- como caminar, subir escaleras, nadar, ir en bicicleta, correr, etc. Lo ideal sería practicarlo al menos tres veces por semana en sesiones de 20 a 60 minutos.
Antes de empezar a hacer ejercicio (sobre todo si lleva mucho tiempo sin hacerlo) puede ser conveniente consultar con su médico. A partir de los 45 años en hombres y 50 en mujeres la revisión cardiovascular previa es casi preceptiva.
Precauciones: No llegue al agotamiento; haga ejercicio de forma regular; incluya un periodo de calentamiento al principio y uno de relajación al final de la sesión; beba mucho líquido; vaya adecuadamente vestido y calzado así como protegido para el sol o la lluvia y cuide su alimentación...