Actuar con rapidez, la clave para afrontar un infarto cerebral
Hoy, 21 de noviembre, se celebra el Día del Ictus
Pero, ¿qué es exactamente un ictus o infarto cerebral? Se trata de un trastorno brusco de la circulación cerebral que altera la función de una determinada región del cerebro. Suele afectar a personas mayores, pero también puede sobrevenir a personas más jóvenes. El ictus puede ser isquémico o hemorrágico. El primero, que supone el 85% de los casos, se produce por una obstrucción del flujo sanguíneo que puede ocasionar la lesión o la muerte de las neuronas. El ictus hemorrágico (el 15% de los casos) se produce como consecuencia de la rotura de un vaso cerebral. Cuando los síntomas de la isquemia (disminución del riego) duran menos de 24 horas, se habla de ictus menor o ataque isquémico transitorio (AIT). En este caso, aunque los síntomas desaparecen, la persona afectada tiene un riesgo muy elevado de sufrir un infarto cerebral en los días siguientes, por lo que debe acudir urgentemente al hospital.
Los signos de alarma son: pérdida de fuerza de la cara, un brazo o una pierna de un lado del cuerpo, con un inicio brusco; trastornos de la sensibilidad, sensación de acorchamiento en la cara, un brazo o una pierna; pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos; alteración repentina del habla, dificultad para expresarse y articular el lenguaje; dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente, y sensación de vértigo intenso y desequilibrio.
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Los signos de alarma son: pérdida de fuerza de la cara, un brazo o una pierna de un lado del cuerpo, con un inicio brusco; trastornos de la sensibilidad, sensación de acorchamiento en la cara, un brazo o una pierna; pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos; alteración repentina del habla, dificultad para expresarse y articular el lenguaje; dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente, y sensación de vértigo intenso y desequilibrio.