Aunque no se trata de una enfermedad especialmente grave, lo cierto es que un tránsito intestinal lento o poco regular puede conllevar molestias verdaderamente incómodas a quien lo padece. Una pérdida de ritmo que, si bien puede afectar a cualquier adulto en un momento dado, es más común entre las mujeres y los ancianos. En el primer caso, esto se debe a las situaciones específicas que la mujer atraviesa a lo largo de su vida (embarazo, postparto, menopausia...), así como a otros factores externos (falta de ejercicio, estrés producido por la dificultad a la hora de compaginar el trabajo dentro y fuera de casa, etc) que muchas veces la hacen especialmente vulnerable ante este tipo de problemas.
Por su parte, la vida sedentaria, los malos hábitos dietéticos, el escaso aporte de líquidos y la toma de determinados medicamentos suelen provocar también una pérdida en el ritmo intestinal de las personas mayores, volviéndose más lento de lo normal.
Cómo evitar esta situación
- Modificar la dieta. Es recomendable aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales...).
- Además, para garantizar un tránsito regular es fundamental el consumo mínimo diario de 1,5 litros de agua.
- El abandono de la vida sedentaria y la práctica de algún ejercicio físico (simplemente caminar 15 minutos al día a buen paso) aumenta la actividad del colon y favorece el tránsito intestinal.
- Adoptar buenos hábitos; tomarse el tiempo necesario a la hora de ir al baño e intentar que ese momento tenga lugar siempre a la misma hora, incluso aunque no se sienta la necesidad.