Mientras que los lunares son redondos y simétricos, tienen bordes regulares, son de color marrón homogéneo y tienen un diámetro menor de seis milímetros, los melanomas son asimétricos, tienen bordes irregulares y festoneados, tienen dos o más tonos (marrón, rojizo, negruzco) y suelen tener un diámetro mayor de seis milímetros. Así, se recomienda que, ante cualquier duda sobre la aparición de estas señales o de cualquier otro signo cutáneo anormal (sangrado, inflamación, enrojecimiento, picor...) se consulte con el dermatólogo.
Además, existen personas que suman una serie de factores que las hacen susceptibles de desarrollar un melanoma. Son aquellas que:
Igual que sucede con otros tipos de cáncer, como el de mama, son fundamentales los autoexámenes de los lunares de la piel, indispensables para la detección precoz del melanoma. Y, sobre todo, es básica la prevención, para evitar que aparezca esta lesión cutánea. ¿El mayor enemigo? El sol. Según los expertos, es la causa principal en el 90% de todos los casos de cáncer de piel. Por ello, es importante evitar la exposición en las horas centrales del día y utilizar siempre protector solar adaptado al fototipo de la piel.