La piel del cuello y pecho es la que contiene menos glándulas sebáceas y es más propensa a la sequedad y al envejecimiento prematuro.
Según los expertos de la firma Imedeen, una piel deshidratada carece de suficiente hidratación en las capas altas y todo tipo de pieles -grasas, secas y normales- se pueden ver afectadas, dejando el cutis con un aspecto apagado y destacando más las arrugas, tanto finas como profundas.
La media de tiempo al día que un trabajador urbano pasa en interiores es del 90%, en un ambiente calentado artificialmente, poco humidificado y que puede causar a la piel deshidratación estacional.
Dentro de un avión, el aire es más seco que el del Sáhara, y el cuerpo pierde 1 litro más de agua al día en un avión que en tierra.
Es conveniente tomar duchas o baños de agua tibia. Cuanto más caliente sea el agua, más fácilmente eliminará los aceites naturales necesarios para la piel.
Después de la ducha o baño, conviene aplicarse una hidratante.
Si la calefacción central está conectada, ponga un recipiente con agua al lado de los radiadores para que actúen como humidificadores.
La hidratación se realiza mediante productos específicos que actúan en la superficie reforzando la película que protege la epidermis de una excesiva evaporación. Estas cremas aumentan la capacidad de las células para retener su reserva natural de agua. Una piel hidratada no se descama, se arruga poco y tiene brillo y un aspecto vital. De la hidratación de la piel dependen su aspecto, su elasticidad, su luminosidad y su propia salud.