Alcachofas en crema, con arroz, en ensalada, con marisco, rellenas... Seguro que ha disfrutado alguna vez de esta sabrosa hortaliza de hojas amargas. ¿Sabía que, además de un gusto para su paladar, puede ser muy beneficiosa para su salud?
Así, las civilizaciones más antiguas ya la usaban para paliar los trastornos ligados al hígado y a los riñones, aplicación terapéutica que se ha mantenido a lo largo del tiempo en la medicina popular. Y no les faltaba razón a nuestros antepasados, pues se ha confirmado científicamente que la alcachofa ejerce una acción hepatoprotectora y regeneradora de la célula hepática.
Sus efectos diuréticos, descubiertos en el siglo XV, ayudan a reducir la tasa de colesterol, y son de gran ayuda para las personas que quieren perder peso, pues tiene pocas calorías y ayuda a quemar grasas: ésa es la razón por la que se ha convertido en una de las grandes aliadas en las dietas de control de peso. ¿Quién no ha oído hablar, por ejemplo, de la dieta de la alcachofa, seguida por muchos famosos?
Su sistema cardiovascular también puede verse beneficiado por las virtudes saludables de la alcachofa, pues uno de los ácidos de la alcachofa mejora el tono de las paredes arteriales y reduce la tasa de colesterol en la sangre. Asimismo, es digestiva, ligeramente laxante y desintoxicante, por lo que ayuda a activar los mecanismos de limpieza del organismo. La parte de la alcachofa que consumimos habitualmente está constituida por la flor, pero son las hojas la parte más rica en principios activos. Algunas firmas, como Arkochim, tienen en el mercado productos basados en las propiedades de este alimento (Arkocápsulas, ahora también en ampollas).
Si a eso le sumamos que es rica en fibra, por lo que ayuda a combatir el estreñimiento y a eliminar toxinas, ¿no le está apeteciendo cada vez más comerse un plato a base de alcachofas?
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