La estimulación táctil es una buena idea
La piel es nuestro órgano más grande, cumple la función de ser una barrera protectora, pero también es nuestra primera puerta con el mundo. Al nacer, es el sentido que tenemos más desarrollado, nos conecta con el mundo.
La experta revela que el sentido del tacto tiene una relación con el sentido de la visión, nuestro cerebro puede recrear sensaciones hápticas (lo que en neurociencia se refiere a lo táctil). Así, cuando somos pequeños, necesitamos hacer uso de nuestra piel para conocer el mundo. Por eso los bebés se llevan todo a la boca, es su manera de reconocer materiales y temperaturas. Es a través de la experiencia que aprendemos a valorar aspectos hápticos de los materiales con el uso de la vista.
“No tenemos que chupar un ladrillo para reconocer su materialidad. Aunque los arquitectos somos fácilmente reconocibles por nuestra manera de acariciar los materiales... la piel nos da mucha más información que la vista”, explica Ana.
En los espacios infantiles (este cuenta con alfombra y cojines de Lorena Canals), necesitamos tener en cuenta esta necesidad de aprender que tienen los niños y las niñas cuando interaccionan con el entorno, los materiales que haya a su alcance deben contribuir a sus necesidades de conocer el mundo a través de la piel.
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