¿Te atreves a dar un toque 'kitsch' a la decoración de tu casa?
Divertido, extravagante, exagerado... Si algo no se le puede reprochar es su personalidad y su originalidad a la hora de recrear un ambiente. Lograr introducirlo en tu decoración sin caer en el mal gusto es cuestión de equilibrio y contención. Aprende cómo
Al hablar de este estilo, te viene inmediatamente a la memoria la casa de Alaska y Mario Vaquerizo o un arcoíris cromático y repisas llenas de objetos imposibles e inclasificables, pero objetos con alma y con una historia detrás (eso sí). El kitsch es lo opuesto al estilo minimal: el “más es más”. Todo (o casi) vale. La mezcla, la estridencia, lo ecléctico y la extravagancia son sus mejores aliados. Olvídate de que todo pegue, que los estilos se unifiquen o que nada destaque. Aquí, todo destaca y nada es convencional. Atrévete y crea tu propio rincón kitsch. No dejará indiferente a nadie y mostrará tu personalidad más “loca”.
Licencia para mezclar
Apuesta por el color. Para que sea un éxito, olvídate de los (clásicos y aburridos) neutros y sumérgete en el arcoíris cromático más fresco, alegre y divertido. Verde manzana, rosa chicle, azul cielo y rojo. Son cuatro de sus tonalidades de cabecera. Mézclalos sin miedo, abusando de ellos, úsalo no sólo en piezas pequeñas sino también en grandes. Una consola azul: ¿por qué no?
Y si el color es el primer paso para crear una atmósfera típicamente kitsch, el siguiente es la mezcla de texturas, tejidos, tonalidades, mobiliario, estilo decorativo… La riqueza y la originalidad de este look están muy unidas a la capacidad para las combinaciones, algunas de ellas imposibles e impensables. Papeles pintados lisos, que se mezclan con otros de rayas; algodones que se alían con elementos de ganchillo o de cuero; o piezas de mobiliario exclusivas y valiosas, que se ubican al lado de otra de mercadillo o del “chino”. No hay límites, decora divirtiéndote, quitándote de la cabeza viejos prejuicios y normas. Ya sabes, lo “más es más”.
Gusto de coleccionista
“Un espacio kitsch, no es del todo kitsch si no encontramos una zona dedicada a la exhibición fetichista y coleccionista por parte de su propietario. Este repertorio puede ir desde valiosas piezas de arte, hasta un muestrario de folclóricas de plástico, corazones, búhos o muñecas rusas” aconsejan desde la Escuela Madrileña de Decoración (esmadeco.com). Se constituye una especie de “altar” donde se exhiben todos aquellos recuerdos que has traído de tus viajes, regalos (de dudoso gusto)que estaban escondidos en el trastero, obras de arte o las figuritas que tenía tu abuela en su casa. No te preocupes porque no encajen entre ellos, esa es la clave del éxito. Crea composiciones que te transmitan algo o que correspondan a un motivo (fechas, destinos…)
Otra de las características que puedes encontrar en este estilo, es la forma de redimensionar los objetos. De esta forma, podrás encontrar una pelota de tenis gigante o una miniatura de un soldadito de plomo, piezas de dimensiones enormes con otras que apenas se ven. No importa, el contraste creará un conjunto más atractivo, más personal.
Encuentra el equilibrio
Quítale la etiqueta de hortera y antiestético y busca crear un rincón en armonía, que ponga la nota decorativa más divertida y original. Conseguir un estilo kitsch equilibrado es posible.
“Para nosotros la clave es trabajar sobre una base más sobria y suave en paredes y muebles y en ese lienzo integrar objetos decorativos con una gran personalidad: cuadros de autor atrevidos y elementos de mobiliario en colores muy intensos, preferiblemente de diseños clásicos, por ejemplo la Panton Chair, disponible en distintos colores y con una estructura de por sí muy característica”, explican desde la Escuela Madrileña de Decoración.