Hace solo unas semanas nos referíamos en esta sección a la importancia de elegir piezas para decorar el salón comedor. Esa zona en la que pasamos tanto tiempo solos, con amigos, leyendo, viendo la televisión y, a veces, hasta trabajando. Es decir, la zona de la casa donde, probablemente, más tiempo pasamos y que más dice de nosotros porque más mostramos a los demás.
Pues bien, como ya apuntamos entonces, con ayuda de Rocío Olmo, una de las piezas de mobiliario clave para conseguir un espacio acogedor, es la mesa de centro. Esa que se coloca delante de los sofás. En la que a menudo cenamos o colocamos las revistas que vamos a leer. Y, por supuesto, en torno a la que nos reunimos con invitados, familiares y amigos.
Es evidente que es una pieza clave. Y por eso hay que prestarle atención a su elección. Claro que rara vez será la primera que compramos. Generalmente vayamos a adquirirla después de los sofás, el aparador, la librería… Sencillamente, trata que encaje con el estilo del resto de la sala de estar.
En ese sentido, es importante decidirnos por un material u otro. Por ejemplo, si hemos elegido un look rústico, lo mejor será la madera. O el cristal si nos apetece darle un toque de elegancia y, de paso, ampliar la sensación de espacio. Si tenemos un salón bastante amplio, puedes tener en cuenta materiales como la piedra o el mármol. Y si has seguido el estilo industrial, sin duda, busca una mesa que mezcle madera con metal —si lleva ruedas, aún mejor—.
En cuanto a la forma, lo más habitual es que sea rectangular. El motivo es tan sencillo como que suele ser la que mejor le va al sofá, casi siempre de tres plazas. Pero si tu salón es pequeño y cuentas con un sofá para dos, puedes optar por una mesa cuadrada. E incluso redonda. Éstas suelen ser adecuadas para evitar los picos cuando se tiene niños pequeños. Es un modo muy sencillo de evitar riesgos.
En cualquier caso, el tamaño de la mesa vendrá determinado por el espacio con que cuentes. Así como del resto de los muebles que decoren la estancia. Una mesa muy pequeña quedará raquítica. Mientras que una desmesurada empequeñecerá todo el espacio de que dispongas. Un truco para acertar: su longitud no debe ser inferior a la de la mitad del sofá.
Pasamos ahora a la altura de la mesa. Un dato que no es baladí. Es evidente que lo ideal es que no sea muy alta. Se trata de una mesa auxiliar baja. Trata de que mida lo mismo que el sofá; y si éste es alto y voluminoso, mejor que sea algo más bajita. Si te pasas de altura, puede obstaculizar la visión y empequeñecer la sala.
Otra opción es la de las mesas con superficies extraíbles. Claro que en este caso dependerá de la utilidad que le hayas pensado dar a la pieza. Si va a ser meramente decorativa o si le vas a sacar algún otro provecho. Por ejemplo, cenar o trabajar. En ese caso, las extraíbles son muy útiles. También aprovecharás más la pieza si cuenta con superficie de almacenaje: puertas, cajones o una simple balda baja.
Ya tienes tu mesa. Es justo la que querías y se adapta perfectamente a tus necesidades, gustos, espacio y estilo decorativo predominante en el salón. Ahora ‘sólo’ tienes que colocarla. Bien, pues esto también tiene truco. La separación desde el sofá más recomendable ha de ser de unos cuarenta o cincuenta centímetros de distancia. De ese modo, podremos pasar entre la mesa y el sofá perfectamente sin darnos con uno ni con otra.