En esta última década —en realidad lustro— hemos visto como lo biosaludable, lo ecológico y sostenible se convertía en mucho más que una tendencia: parte esencial de nuestra vida. Ahora tratamos de gastar la menor cantidad de posible de energía, procuramos que no sea demasiado contaminante, que la comida sea saludable y sostenible… La última disciplina en sumarse a esta fiebre eco ha sido la decoración.
A menudo, cuando vamos a comprar un mueble, nos interesa saber si es de madera certificada; si es de plástico reciclado o reciclable… Y nos pirran materiales sostenibles como el corcho, el vidrio reciclado o el cartón. Y, por supuesto, tratamos de colocar el mayor número de luces LED posible.
Bien, pues hasta tal punto ha llegado el interés por la deco eco, que hasta los espacios donde tomar cervezas o comprar comida se ciñen a esta tendencia. Tenemos dos ejemplos muy recientes en Madrid. Uno de ellos es El Huerto de Lucas, un proyecto de More & Co gracias al que una antigua panificadora abandonada se convirtió en un mercado orgánico.
Para el estudio que firma el proyecto —especializado en construcción biosaludable— los requisitos impuestos por los propietarios eran la clave. Querían un lugar donde el ciclo de vida de la naturaleza encontrara un hueco en medio de la gran ciudad; que no sólo el producto que se ofertara fuera orgánico, sino que el espacio estuviera libre de tóxicos, respetara el medio ambiente.
Una de las claves `para conseguirlo fue que el diseño no fuera el protagonista, sino que a partir de materiales y objetos cotidianos, comunes y económicos, se creó una atmósfera cercana al usuario, agradable, pero interesante y única. Eso sí, debían ser materiales sin tóxicos, algo fundamental para conseguir un espacio biosaludable.
Otra de las claves ha sido la reutilización, recuperación y reciclaje: “hemos reutilizado el pavimento existente en el local, un terrazo parcheado a lo largo del tiempo; mantenido y reforzado la estructura de cubierta y recuperado el antiguo lucernario existente que aporta luz natural al espacio central”, comenta Paula, de More & Co.
La vegetación ha sido fundamental a la hora de montar el espacio. “No sería un huerto si no estuviera lleno de plantas. Aportan color y frescura y, además, purifican el aire contribuyendo a la calidad ambiental del espacio”. Así que los tiestos y el verde natural inundan este espectacular lugar cuyo espacio central se organiza en torno a una plaza de abastos, a nivel de calle, ocupado por las mesas de la cantina para servir un menú y poder disfrutar de cualquier producto de los puestos.
El otro proyecto del que queremos hablarte es Mamá Campo, cuya decoración ha sido coordinada por el fotógrafo Manolo Yllera. La idea era que conviviesen la estética con el diseño y la sostenibilidad, y crear espacios acogedores y cálidos que transmitan la filosofía del espacio. Han participado más de 40 diseñadores, artesanos y artistas.
De nuevo, se han usado técnicas de bioconstrucción en paredes y techos, usando diferentes arcillas y morteros naturales, espartos y cañas (Cooperativa Qatay y Juan Sánchez “el artesano espartero”), hemos reutilizado maderas antiguas del derribo de una casa de pueblo asturiana para crear piezas de mobiliario y decoración (Fernando Roca), se han reutilizado puertas y ventanas rescatadas de contenedores para fabricar mobiliario y revestimiento de paredes (Bruno Gavira y Fernando Roca), se han reutilizado palets para cubrir maquinaria visible…
Y todo ello convive con piezas de diseñadores que trabajan materiales sintéticos reciclados; chapas de coches de desguace para hacer sillas; pulpa de papel de periódico. Y la cocina ha sido equipada con maquinaria de la línea Eco Green de bajo consumo y mayor eficiencia energética de Electrolux.
Más información:
www.more-co.com
www.elhuertodelucas.com
www.manoloyllera.com
www.mamacampo.es