No cabe duda: Halloween es una de las celebraciones que más detractores tiene. Pero también una de las que más adeptos ha conseguido cosechar en las últimas décadas. Y no es de extrañar porque hay determinadas imágenes que se han instalado en nuestro cerebro hasta convertirse en parte de nuestra cultura… adoptada —no olvidemos que en realidad proviene de los celtas aunque hayan sido los americanos quienes la han exportado—.
¿Por ejemplo? La de Elliot, sus hermanos —maravillosa Drew Barrymore— y el mismísimo ET disfrazados para salir a las calles de su ciudad para preguntar aquello de ¿truco o trato? Así que pocos son los niños que se resisten a disfrazarse y salir a hacer del miedo el mejor motivo para reírse y pasarlo bien. Sobre todo en zonas en las que las viviendas son adosadas o unifamiliares y las calles especialmente tranquilas. Los niños se echan a la calle para llenarse los bolsillos de caramelos y dulces.
Claro que en estos casos es imprescindible la colaboración de los progenitores. Sobre todo para preparar la casa para asustar a los pequeños monstruos que se acerquen a formular la inevitable pregunta. Si es tu caso, has de saber que la decoración comienza en la fachada de la casa.
Las telas de araña —las venden en grandes almacenes y pequeñas tiendas de decoración— han de lucir por buena parte de la entrada. Y, por supuesto, las calabazas han de tener una presencia más que evidente. Puedes colocarlas varias en las escaleras de acceso a la vivienda. El resultado es tenebroso y divertido si las vacías completamente y colocas velas en su interior. Aunque también puedes darles forma de rostro, eso sí, aterrador.
Las ventanas y las puertas también pueden estar adornadas. Con calaveras, vinilos decorativos que simulen sombras de brujas o esqueletos —puedes hacerlos tú mismo—. Las figuras de murciélagos pueden colgar del techo del porche gracias a hilo de pescar transparente. La música es realmente importante. Tanto que se puede decir que forma parte de la decoración. Ha de ser tenebrosa. Igual que la iluminación. Coloca luces —que no sean blancas— entre los arbustos o en medio de un espantapájaros o recurre a las velas, que también contribuirán a crear el ambiente deseado.
La idea de invitar a unos cuantos amigos de tus hijos a merendar a casa es perfecta, tanto si tienes una vivienda al más puro estilo Halloween, como si vives en un piso en medio de la ciudad. Pero eso sí, también has de decorar la casa. En este caso has de poner toda la carne en el asador en la sala de estar o su habitación de juegos. Lo más adecuado es que emplees algunos de los elementos de los que ya te hemos hablado. Como las temidas telas de araña, los murciélagos, las siluetas en las ventanas o las calabazas.
Pero en este caso además, la mesa tiene que ser parte fundamental de la fiesta. Es una suerte que exista la posibilidad de comprar platos y vasos desechables con aterradores motivos. En colores blanco y negro, con calaveras como elementos básicos, candelabros a juego e incluso manteles y servilletas.
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Y en el interior de los platos y bandejas, de nuevo prepárate para asustar al más valiente de la clase. Vas a encontrar moldes para bizcochos con forma de calabaza. Pero también para galletas —deliciosas, eso sí—, con forma de tumba, ataúd, bruja o fantasma. No lo dudes, comerse uno de estos dulces puede ser la mejor manera de que el miedo a lo tenebroso desaparezca de entre los temores de los niños.