Exprimidores: diseño que te facilita la vida

Desde el primero, que se patentó en 1860, hasta los más novedosos de Alessi o Lékué, encontramos montones de exprimidores que convierten en sencilla y divertida la idea de sacar jugo a los cítricos

por hola.com

El diseño no sólo tiene como objetivo último conseguir que los objetos sean bonitos. En esta sección ya hemos visto en más ocasiones cómo buscar la funcionalidad es fundamental para los diseñadores, no importa la disciplina en la que se especialicen. Tanto muebles como accesorios —y coches, y ropa, y ratones de ordenador…— han de responder a una necesidad y hacerlo de manera creativa y estética, por supuesto. Sin olvidar los aspectos formales, la comodidad, etc.
Es así desde siempre. Y uno de los objetos que lo demuestran son los exprimidores. En efecto, un accesorio tan básico y hasta prosaico sirve como ejemplo de lo que busca el diseño. No hay más que repasar brevemente su historia y llegar hasta nuestros días y las últimas novedades en estos ‘cacharros’.

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Los primeros se fabricaron en la ciudad turca de Kutahya a principios del siglo XVIII para exprimir limones. Estaban hechos de manera artesanal, de cerámica y eran muy parecidos a algunos de los modelos actuales en los que sobresale una punta donde se puede girar la fruta. El zumo queda recogido en la parte inferior, desde donde se vierte sobre un vaso.
En Estados Unidos la primera patente se le concedió a Lewis Chichester en julio de 1860. Aunque aquél estaba hecho de hierro fundido. A lo largo de las siguientes dos décadas, los exprimidores vivieron algo así como una ‘edad de oro’. Y se crearon diversos diseños. Como el patentado en 1893 por John Thomas White, un prestigioso inventor afroamericano.

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Durante los últimos años del siglo XX parecía que a nadie le interesaba ningún cacharro que no fuera eléctrico. Y se hicieron imprescindibles los exprimidores que debían enchufarse a la red, desmontarse y limpiarse. Suerte que llegó Alessi y devolvió al mundo la ilusión por tener en casa uno manual. Claro que no era uno cualquiera, sino un auténtico icono del diseño del siglo XX: el Juice Salif, diseñado por el genial Philippe Satrck en 1990.
Desde entonces, la firma italiana ha lanzado sugerentes y muy divertidos exprimidores. Como el Mandarin, diseñado por Stefano Giovannoni en 2001: un chino cuyo sombrero sirve para exprimir sobre una copa en la que caerá el zumo. O el Mysqueeze, del que ya hablamos anteriormente.

De los diseños más recientes en que nos hemos fijado, llaman la atención los que se realizan con materiales como la silicona. Por ejemplo, el exprimidor de limones de Lékué, cuyo funcionamiento no puede ser más sencillo. Sólo tienes que cortar medio limón, colocarlo en el exprimidor y apretar. Permite guardar el resto del limón en la nevera durante más tiempo. La misma firma cuenta con el modelo Catcher, pequeño y efectivo.

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Otra opción es la de hacerse con uno con jarra incluida. En +D2 cuentan con uno de la firma  XD Design que consta de dos exprimidores —a elegir según el tamaño de la fruta— que se adaptan a una jarra apta para servir. En Tescoma también venden uno de estos accesorios, denominado Teo. La jarra está fabricada de vidrio borosilicato resistente al calor.
Terminamos este repaso con una pieza que va un poco más allá, porque además de exprimidor se convierte en vaporizador. Es de Kookshop, se denomina Citrus y su uso es de lo más sencillo. Primero se coloca el tapón exprimidor que luego se cambia por el vaporizador.

Más información:
www.alessi.com
www.lekue.es
www.masd2.com
www.tescoma.es
www.kookshop.es