A la venta la casa perfecta para los 'trekkies' del mundo
El productor teatral Marc H. Belles acaba de poner a la venta su casa de Miami, una suerte de homenaje a la serie Star Trek. No es la única decoración ‘excéntrica’ que conocemos
Una de las ventajas —o no — de que le sobre a uno el dinero es que se puede dar todos los caprichos que quiera… hasta llegar al absurdo —o no, según se mire—. Una manera de gastar dinero puede ser rendir tributo a lo que uno admira profundamente, por ejemplo, dedicándole la decoración de su casa.
El ejemplo más ‘legendario’ de estas obsesiones tiene que ver con el Castillo Hearst, en California, construido por el magnate de la prensa que inspiró Orson Welles para su Ciudadano Kane. A William Randolph Hearst le fascinaron los distintos estilos arquitectónicos europeos que conoció en un viaje con sus pares de niño, y lo quiso dejar claro en el batiburrillo en que convirtió su famosa mansión.
Pero no fue el único famoso excéntrico, ni mucho menos. Sólo fue el ‘pionero’. Por todos es sabido que Michael Jackson estaba obsesionado con Disney y con la Biblia. Así que mandó construir montones de estatuas de piedra con estos motivos en su Neverland, un lugar donde los niños no crecerían nunca tal y como había imaginado James M. Barrie.
Mucho menos conocido es el productor teatral Marc H. Belles, responsable —y propietario de varios Premios Tony— de obras de Broadway como Jersey Boys y Los puentes de Madison. Pero poco más o menos igual de excéntrico —y millonario— que los anteriores.
Su espectacular mansión de Miami está decorada según lo que ha sido su gran obsesión desde los 10 años de edad: Star Trek y la nave en la que viajan sus protagonistas, el Enterprise. A pesar de haber conseguido crear la casa de sus sueños la ha puesto en venta (25,5 millones de euros), pero no porque ya no le interese el universo de Spock, sino porque se va a hacer con otra aún mayor, según ha declarado él mismo.
La despampanante casa está en el exclusivo Woodfield Country Club, a medio camino entre Palm Beach y Miami. Tiene 27.000 metros cuadrados e incluye una sala de cine que es una réplica del puente de mando del Enterprise, con efectos de sonido en las puertas y cientos de miles de estrellas integradas en el techo.
Todo empezó en 1976, en un viaje de trabajo de su padre. El hotel en el que se alojaron tenía una televisión con pantalla gigante en la que ponían un maratón de Star Trek de 24 horas. Allí le dejaron mientras trabajaban. A la vuelta ya se había convertido en un fan incondicional.
Así que en cuanto tuvo ocasión —cuando se trasladó a Miami desde Nueva York tras los atentados de las torres Gemelas— se puso manos a la obra para recrear las películas de sus sueños en su propia vivienda. “Literalmente, empezamos a diseñar la sala de cine antes de empezar el diseño de la casa. Quería construir un espacio realmente genial, yo quería que fuera perfecto”. Para ello trabajaron con Jay Miller, presidente de Innovaciones Accoustic con sede en Boca Ratón. Fue un proyecto de cuatro años.
Además de la sorprendente sala a lo Star Trek la mansión cuenta con tres bares, una bodega con 1.500 botellas, biblioteca, gimnasio, cancha de baloncesto y una sala pensada ex profeso para jugar con consolas porque según parece, sus hijos son unos fanáticos del video juego Call of Duty: “a veces juego con ellos porque es la única manera que tengo de relacionarme con ellos” ha bromeado.
Más información:
www.tauriello.com/boca-waterfront
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El ejemplo más ‘legendario’ de estas obsesiones tiene que ver con el Castillo Hearst, en California, construido por el magnate de la prensa que inspiró Orson Welles para su Ciudadano Kane. A William Randolph Hearst le fascinaron los distintos estilos arquitectónicos europeos que conoció en un viaje con sus pares de niño, y lo quiso dejar claro en el batiburrillo en que convirtió su famosa mansión.
Pero no fue el único famoso excéntrico, ni mucho menos. Sólo fue el ‘pionero’. Por todos es sabido que Michael Jackson estaba obsesionado con Disney y con la Biblia. Así que mandó construir montones de estatuas de piedra con estos motivos en su Neverland, un lugar donde los niños no crecerían nunca tal y como había imaginado James M. Barrie.
Mucho menos conocido es el productor teatral Marc H. Belles, responsable —y propietario de varios Premios Tony— de obras de Broadway como Jersey Boys y Los puentes de Madison. Pero poco más o menos igual de excéntrico —y millonario— que los anteriores.
Su espectacular mansión de Miami está decorada según lo que ha sido su gran obsesión desde los 10 años de edad: Star Trek y la nave en la que viajan sus protagonistas, el Enterprise. A pesar de haber conseguido crear la casa de sus sueños la ha puesto en venta (25,5 millones de euros), pero no porque ya no le interese el universo de Spock, sino porque se va a hacer con otra aún mayor, según ha declarado él mismo.
La despampanante casa está en el exclusivo Woodfield Country Club, a medio camino entre Palm Beach y Miami. Tiene 27.000 metros cuadrados e incluye una sala de cine que es una réplica del puente de mando del Enterprise, con efectos de sonido en las puertas y cientos de miles de estrellas integradas en el techo.
Todo empezó en 1976, en un viaje de trabajo de su padre. El hotel en el que se alojaron tenía una televisión con pantalla gigante en la que ponían un maratón de Star Trek de 24 horas. Allí le dejaron mientras trabajaban. A la vuelta ya se había convertido en un fan incondicional.
Así que en cuanto tuvo ocasión —cuando se trasladó a Miami desde Nueva York tras los atentados de las torres Gemelas— se puso manos a la obra para recrear las películas de sus sueños en su propia vivienda. “Literalmente, empezamos a diseñar la sala de cine antes de empezar el diseño de la casa. Quería construir un espacio realmente genial, yo quería que fuera perfecto”. Para ello trabajaron con Jay Miller, presidente de Innovaciones Accoustic con sede en Boca Ratón. Fue un proyecto de cuatro años.
Además de la sorprendente sala a lo Star Trek la mansión cuenta con tres bares, una bodega con 1.500 botellas, biblioteca, gimnasio, cancha de baloncesto y una sala pensada ex profeso para jugar con consolas porque según parece, sus hijos son unos fanáticos del video juego Call of Duty: “a veces juego con ellos porque es la única manera que tengo de relacionarme con ellos” ha bromeado.
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www.tauriello.com/boca-waterfront