Lo que comenzó como una pequeña tienda de decoración se ha convertido en una importante empresa familiar en la que además de proyectos de interiorismo se realizan proyectos de contract (grandes espacios como hoteles o bancos) y de exportación. Para contarnos las claves de esa evolución hablamos con Laura Carrillo, interiorista y directora de proyectos internacionales.
¿Qué caracteriza los proyectos de interiorismo de Carrillo?
Que tratamos de transmitir la personalidad del cliente adaptándolo a las últimas tendencias.
¿Qué es más complejo de proyectar una gran mansión de 1.000 metros cuadrados o un pequeño apartamento/estudio de 60?
Sin duda el de 1.000 metros porque los espacios grandes tienen que ser acogedores. Hay con conseguir convertirlos en espacios habitables.
¿Sabe el cliente español lo que quiere cuando acude a Carrillo o hay que ayudarle a descubrirlo?
Sabe lo que quiere, pero se deja aconsejar. Es fundamental la conexión entre el cliente y el decorador.
Cuando se va a decorar un espacio para vivir, ¿qué no puede fallar nunca? Iluminación, mobiliario, revestimientos…
Creo que con una buena iluminación consigues realzar los revestimientos y sirve de hilo conductor para presentar el mobiliario.
Cuando se prepara un proyecto de interiorismo, ¿hasta qué punto es importante la tendencia en la decoración en ese momento?
Las tendencias están ahí, pero prevalece la personalidad del cliente por encima de ellas.
En cuanto a la decoración de grandes espacios, ¿cuál es la clave para dar en el clavo a la hora de decorar una gran superficie que va a destinarse al público?
Materiales, revestimientos de vanguardia, efectistas y duraderos.
Tu madre comenzó con la empresa que ahora lleváis las hijas. Para tener ese sexto sentido en el buen gusto decorativo, ¿es esencial haberse criado con él, como es vuestro caso?
En nuestro caso ha sido esencial y un verdadero privilegio.
¿Cuál es la parte que más te gusta de los proyectos de decoración? El inicio, el trato con el cliente, los detalles…
La ilusión, desde el inicio al desarrollo; y el resultado final.
En el tiempo en que se fundó Carrillo, 1959, no era habitual que una mujer fundara una empresa. Dolores Fernández ha sido una pionera en esto de la decoración.
Además de pionera, ella pertenece —como muchas otras— a una generación de mujeres que se hicieron a sí mismas; y que, sin dominar más idioma que el suyo propio fue capaz, por ejemplo, de exportar a EEUU…
¿Cómo se le ocurrió la idea de Carrillo a Dolores Fernández?
Carrillo comenzó en 1959, de la unión de un artesano (mi padre era tornero en la madera) y una mujer muy visionaria, mi madre. Ambos se complementaban perfectamente, la creatividad del uno, la determinación de la otra. Nuestra madre es una mujer muy vital y no conocía otros límites que no fueran ella misma. Cada nueva posibilidad con que se enfrentaban se convertía en un interesante reto, nunca en un problema. Así pasaron del taller a las decoraciones; después exportaciones... hasta hoy. Ese mismo camino hemos seguido mis tres hermanas y yo, que hemos recibido la inmejorable enseñanza de su experiencia.
Más información:
www.carrillo.es