Las piezas de cerámica de Lladró llevan acompañándonos así como quien dice, ‘toda la vida’ y tal vez por eso nos han ocupado ya varios artículos. Hemos hablado de sus espejos; de las colaboraciones de la firma con algunos de los grandes del diseño español; y de las piezas especialmente pensadas para los pequeños de la casa.
¿Quién no se ha parado alguna vez a echar un vistazo a las escenas retratadas por Lladró? Es una de las firmas españolas con más fama y prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras, con —poco más o menos— tantos admiradores como detractores.
Y es así casi desde que en 1953 los hermanos Lladró pusieron en marcha un modesto taller de elaboración artesanal de porcelana en Almàssera (Valencia) y fueron ideados los primeros ejemplos de jarrones. En efecto, aunque son muchos los que identifican a la firma con las figuritas, sus trabajos con los vasos y jarrones han marcado la historia de la misma.
Precisamente eso es lo que reivindica la exposición que, hasta el 26 de junio, acoge el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de Valencia, bajo el título ‘Forma, textura y color: jarrones exclusivos en porcelana’.
La idea es difundir el valor histórico que posee esta selección de jarrones por su contribución en la indagación de nuevas fórmulas y procedimientos de elaboración. Por este motivo, la colección está acompañada por una selección de bocetos y originales en escayola que reflejan la complejidad de dichas obras en todas las fases del proceso artesanal, desde los prototipos al resultado definitivo.
Organizada en colaboración con el Ministerio de Cultura, la muestra resulta muy interesante porque de un solo vistazo recorre la evolución creativa de la firma. Empezando por los primeros trabajos, fieles al revival rococó que imperaba entre el gusto burgués de la época. Algunas de las piezas de esta época son ejemplares prácticamente únicos por su complejidad técnica y la muy breve producción de los talleres de Lladró en los 40 y 50.
La década de los sesenta fue de cambios y transformaciones. Fue entonces cuando se comenzó a apostar por la exportación de piezas y las ampliaciones de las instalaciones y de la plantilla. Este es también el periodo en el que la firma consigue un estilo propio: se simplifican las formas y se prioriza la decoración pintada.
También es al final de la esa década cuando se comienza con las pruebas con efectos de cristalizaciones. Esas piezas, de escaso éxito comercial, evidencian la voluntad de Lladró por indagar en nuevos resultados, nuevas técnicas, tal vez premeditadamente complejos.
Precisamente es en los años 80 cuando se presenta una colección de más de 20 formas que despeja las dudas respecto a esta técnica. Piezas de cortas tiradas que tuvieron continuidad en 1991 con una serie de cinco formas abombadas de distintos tamaños.
De los nuevos caminos abiertos por Lladró en el campo de los jarrones, el más sorprendente es el proyecto de colaboración con el escultor y grabador Amadeo Gabino (1922 - 2004), tanto por su carácter inédito como por su tono vanguardista.
Más información:
www.lladro.com
www.mnceramica.mcu.es