Aunque hoy en día nos resulte extraño, la costumbre de comer sentado es relativamente reciente, y mucho más aún la de proteger las posaderas con acolchados o tapizados. En sus inicios, hace poco más de 400 años, esta moda debió parecer una auténtica extravagancia. En lo que respecta a nuestro trabajo, nos centraremos en una labor de verdadera artesanía, recuperando y restaurando una vieja silla del desván o el trastero.
Para llevar a cabo esta tarea, necesitaremos una grapadora con sus grapas, martillo, destornillador, cinta métrica, tachuelas, tenazas, punzón, tijeras, guata, forro y tela para tapizar.
Retirar el forro viejo
El primer paso será retirar el forro viejo extrayendo las tachuelas. Tendremos cuidado de no dañar la madera; para ello haremos palanca con el destornillador.
La puesta en blanco consiste en la colocación de un retal de miraguano en tela que recubra el almohadillado del asiento. Para realizar esta operación cortaremos un pedazo de miraguano ligeramente más grande que la superficie del asiento.
Procederemos a continuación al chiflado, esto es, al corte en oblicuo o bisel del borde superior del miraguano, así evitaremos regruesos o abultamientos del relleno en los cantos del asiento.
Colocación del nuevo tapiz
Antes de cortar el nuevo tapiz cogeremos las medidas de la pieza con suficiente holgura, para que podamos replegarlo en la parte inferior del asiento.
Después, ‘apuntaremos’ la tela de tapicería con tachuelas. Esta técnica consiste en presentar la tela provisionalmente para facilitar el corte y pliegue del forro.
Por la parte trasera, bajo el respaldo, efectuaremos dos cortes en la diagonal para contornear los montantes de la espaldera. Cuando ciñamos la tela al armazón de la silla, en lugares a la vista, la plegaremos hacia el interior unos cinco centímetros.
Últimos retoques
A continuación, cortaremos todo el exceso de tela para evitar abultamientos antiestéticos y modificaremos la posición de las tachuelas hasta tensar debidamente la tela.
Para afianzar definitivamente la tapicería, sustituiremos las tachuelas por grapas. Será la sujeción definitiva y la situaremos debajo del asiento, disimulado a distancia del borde. En las partes vistas, como la frontal de las patas, doblaremos la tela y la fijaremos con tachuelas de cabeza redonda, ya que quedarán a la vista.
Para concluir el trabajo clavetearemos, también con grapas, una tela blanca plegada en los bordes, que disimule a la perfección la fijación de la tapicería, así como la parte inferior del asiento.
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