La mayoría de las enredaderas son fáciles de cuidar y, aparte de la poda, requieren muy pocas atenciones. Sin embargo, conviene revisar posibles problemas, pues adoptar una acción precoz es siempre lo más eficaz.
Un poco de mantenimiento general ayudará a mantener las plantas en perfecto estado. En este sentido, conviene mantener las enredaderas siempre bien regadas, al menos hasta que se asientan, empapando el suelo una vez cada quincena durante los períodos de sequía o si la planta muestra síntomas de estrés.
Asimismo, deberás extender una cubierta orgánica cada primavera, ya que no sólo ayudará a retener la humedad del suelo, sino que también evitará la competencia de las malas hierbas.
Abonado
Con las plantas nuevas, aplica un abono de uso general en la superficie del suelo en primavera. Después, si la tierra es muy pobre o el drenaje rápido, aplica también una dosis anual alrededor de cada planta. Algunas enredaderas de floración libre, como los rosales, producirán mejores resultados si reciben un abono rico en potasa en primavera y principios del verano.
También puede aplicarse un abono foliar usando un dispensador ajustado a la manguera. Los nutrientes serán rápidamente absorbidos por las hojas de tus enredaderas.
Protección para el invierno
Aunque los muros y las vallas ofrecen algo de protección para el invierno, las enredaderas que están en el límite de su adaptación al hábitat pueden necesitar una protección adicional durante las épocas más frías del año.
Envuelve la enredadera con una arpillera o una red, aunque también podrás utilizar una doble capa de tela de lanilla. Asimismo, para una protección aislante puedes recurrir a la paja o algún material similar.
Pasado el invierno y el frío, retira toda la protección para que tus plantas luzcan su mejor aspecto en la primavera.
Buen aspecto de las plantas
Otras labores consisten en atar los nuevos desarrollos de la planta cuando todavía son lo suficientemente flexibles como para poder doblarse en su posición frente al soporte.
Asimismo, conviene podar las partes muertas, enfermas o marchitas, así como los tallos cruzados que molesten. Retira también los vástagos verdes para evitar que estos dominen sobre el resto de la planta.
Finalmente, retira siempre que puedas las hojas marchitas, ya que no sólo darás un aspecto de claridad a la planta, también estimularás una floración mejor y más duradera al interrumpir el gasto inútil de energía que lleva producir frutos y semillas no deseados.