Las tarimas son opciones habituales en los jardines de hoy y, en muchas situaciones, pueden llegar a ser la mejor opción decorativa. Aparte de ser en la mayoría de casos más baratas y fáciles de construir que el pavimento, proporcionan una superficie dura y lisa que es a la vez funcional y atractiva. Asimismo, pueden prepararse a medida para que encajen en cualquier diseño de jardín, y su aspecto esencialmente natural hace que sean la solución ideal cuando se pretende sacar el máximo partido de los tonos cálidos de la madera.
Variedad de diseños
Pese a que se pueden conseguir diseños variados fijando los tablones de formas diferentes, lo más aconsejable a la hora de escoger una tarima es guiarse por un diseño más bien sencillo. En este sentido, éstas lucen realmente bien en un diseño de jardín contemporáneo. No en vano, pueden erigirse en el principal foco de atención si se eligen un modelo y un color atractivos y se repasan posteriormente con tinte de madera. En un esquema más formal, resulta muy vistoso realzar la nitidez de las líneas de una tarima usando bordes escalonados.
Baldosas, la opción más sencilla
La forma más sencilla de crear una tarima consiste en usar baldosas preparadas que puedan colocarse sobre una superficie lisa y firme, como un patio, una terraza o un suelo de lecho de grava firme. Para mejorar el resultado, deberás extenderlas en la parte superior de un marco de madera y tratar las juntas con conservantes. Existe la opción de recurrir a profesionales para que nos construyan una tarima a medida, una alternativa cómoda pero obviamente mucho más cara.
Tipos de tarima
Las tarimas pueden estar hechas de madera, madera blanda tratada por presión o madera blanda simple. Las de madera dura de roble o cedro son duraderas y prácticamente no requieren mantenimiento, pero su coste de construcción es muy elevado. Por tanto, resulta mucho más recomendable recurrir a la madera blanda tratada por presión, ya que requiere un mantenimiento estacional pero no es demasiado costosa y es razonablemente duradera.
Por su parte, la madera blanda simple requiere un mantenimiento regular y es más propensa a pudrirse, por lo que no suele ser muy longeva. Sin duda alguna, una mala opción si lo que queremos es tener tarima para muchos veranos.