¿Existen los alimentos procesados saludables?
Sí, y son muchos más de los que te imaginas. Te hacemos una lista con todos aquellos que sí puedes dejar entrar en tu cesta de la compra
La gran mayoría de las recomendaciones nutricionales se centran en los productos frescos. Sin embargo, la oferta de la industria alimentaria no tiene por qué ser del todo mala; existen productos procesados que nos plantean dudas a la hora de saber si son o no dañinos, pero que podemos incluir con total seguridad en nuestra alimentación sin que esta deje de ser saludable.
¿Qué son los alimentos procesados?
Podemos decir que cualquier alimento que no es fresco es, por tanto, procesado. Son aquellos que han sido elaborados por la industria y que han sufrido una transformación con respecto a su estado inicial. Ahora bien, dentro de esta clasificación, deberíamos distinguir los grados de procesamiento y separarlos de lo que llamaríamos alimentos ultraprocesados: aquellos que han sido fabricados a partir de ingredientes ya procesados y que no se parecen en nada a su estado inicial, pudiendo contener una carga importante de aditivos (como azúcares, sales o grasas). Estos son los que no deberíamos incluir en nuestra cesta de la compra. Los primeros, sin embargo, sí podemos mantenerlos en nuestra dieta.
¿Qué alimentos procesados pueden ser buenos para nuestra salud?
Ante cualquier duda, lo mejor es siempre consultar la lista de ingredientes o cuadro nutricional, descartando todo tipo de aditivos químicos o sales, por ejemplo. Te dejamos una larga lista de algunos productos procesados saludables.
- Legumbres desecadas, congeladas o cocidas. Estas últimas, por ejemplo, nos pueden ayudar a llevar una alimentación más saludable al no tener que prescindir de su consumo por falta de tiempo.
- Pastas integrales o de harina de legumbres: si no se puede tomar pasta fresca, esta es la mejor opción y siempre mucho mejor que cualquier pasta refinada o plato preparado con pasta que no podemos elegir.
- Frutas o verduras congeladas o envasadas al natural. Por ejemplo, espinacas congeladas o envases con piña natural.
- Aceites, siempre que descartemos los refinados o hidrogenados y con clara preferencia por los denominados como virgen extra.
- Quesos: tanto frescos como curados.
- Chocolate: cuanto mayor sea el porcentaje de cacao, mejor. Así, llevará una menor cantidad de azúcar.
- Leche, yogures y kéfir: eligiendo siempre los naturales, con no más de tres ingredientes y nunca edulcorados. Si no tenemos ninguna contraindicación nutricional, la primera elección debería ser siempre en su versión entera, no desnatada.
- Frutos secos o semillas pelados, siempre en crudo o tostados.
- Harina de trigo integral, de espelta, quinoa de legumbres (como, por ejemplo, de garbanzo) o frutos secos (como la que se realiza con almendras). Nunca harinas refinadas.
- Setas congeladas, desecadas o envasadas al natural.
- Carnes picadas en carnicería, congelada o curada de calidad. Siempre recordando los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre un consumo moderado de carne roja.
- Pescados cortados y envasados o congelados. Si son en conserva, intenta elegir siempre el natural o, en caso contrario, moderar su consumo.