Desmontando diez grandes mitos sobre alimentación
Son afirmaciones sin base científica que hemos dado siempre como ciertas y que, sin embargo, pueden llegar a generar hábitos muy poco saludables
El desayuno es la comida más importante del día y debería ser obligatoria. Además, hay que comer cinco veces al día. Los productos etiquetados como light ayudan a perder peso. Tomar fruta por la noche engorda. Estos son solo algunos de todos los mitos alimenticios que se han difundido a lo largo de los años y que, en ocasiones, han llegado a tener más fuerza que la propia realidad. Por eso, hemos escogido diez para contarte la verdad; sobre todo, aquellos que pueden llevarte a generar hábitos nada saludables.
El consumo de huevos aumenta el nivel de colesterol
Hoy en día sabemos que ya no hay motivos por los que dejar de tomar huevos por una razón de salud cardiovascular. Es más, se pueden llegar a consumir hasta dos huevos por día. Lo ideal sería, incluso, sustituir todos los productos procesados que comemos y que sí aumentan el colesterol (como las galletas, los bollos o los embutidos de mala calidad) por un huevo.
Hay que desayunar obligatoriamente
No es, en absoluto, una comida imprescindible. Si vas a desayunar dos galletas, por ejemplo, mejor ahórratelo y toma una pieza de fruta más tarde.
Tomar fruta por la noche engorda
Ni engorda más ni engorda menos que por la mañana. Recuerda que, en total, se deben tomar tres piezas al día y en ningún caso influye el momento del día en que las tomes. Te recuerdo que una barrita proteica comercial suele tener mucho más azúcar que el que contiene una sola pieza de fruta.
Los productos light ayudan a perder peso
En la mayoría de los casos no es cierto, porque suelen ser productos ultraprocesados a los que se les añaden muchos aditivos innecesarios, además de colorantes y edulcorantes que hacen que el alimento pierda calidad, por mucho que tenga menos calorías. Recuerda que perder peso no es cuestión de contar calorías.
Hay que comer cinco veces al día
Según señalan muchos estudios recientes, comer más veces al día de las que necesitas podría llegar a incrementar la sensación de hambre. Por tanto, si tienes hambre, come cinco veces al día. Y si no, no tienes por qué hacerlo.
Los zumos de fruta son buenos
Aunque no sean procesados, carecen de la fibra que nos aporta la fruta fresca que es, en realidad, la parte saciante de este alimento. Por tanto, no deberían utilizarse nunca como sustitutos de una pieza de fruta. Un vaso de zumo casero tiene un total de 20 gramos de azúcar y, aunque sea el presenta en la propia de la fruta, se comporta de la misma manera en la sangre que el azúcar refinado. El azúcar de un zumo no es igual que el de una fruta entera (que luego mastiquemos) pues, al hidrolizarse, libera más azúcar y, además, va desprovista de la fibra.
El zumo de apio ayuda a adelgazar
Aunque es cierto que el apio tiene grandes beneficios para la salud, tampoco deberíamos atribuirle propiedades mágicas. Dependiendo de lo que comas a lo largo del día, este zumo puede sumar sus propiedades a esos buenos hábitos alimenticios saludables. Pero, por sí solo no es garantía de nada.
Hay que comer de todo
Una de las frases que más escuchamos últimamente es que hay que comer de todo, pero con moderación. Otra afirmación que es, en realdad, falsa. Hay ingredientes que es mucho mejor restringir, como los productos refinados o ultraprocesados. Si te has fijado, quien más dice esta frase es la propia industria de la alimentación, para poder vender todos sus productos. Además, no hay ningún grupo de alimentos que sea absolutamente indispensable; por lo que, si dejas de comer algo, puedes obtener las propiedades de esos ingredientes en otro grupo.
Las grasas son siempre las malas de la película
Las hemos desterrado desde muy pronto porque las veníamos vinculando a la obesidad, por contener más calorías que las proteínas o los hidratos de carbono. Sin embargo, ahora sabemos que las grasas buenas –el aguacate, el pescado azul, los huevos, los frutos secos o el aceite de oliva virgen extra- son absolutamente necesarias para que nuestras hormonas funcionen correctamente. Por eso, tener el colesterol demasiado bajo tampoco es bueno; ni para nuestro cerebro ni para nuestro sistema inmunológico, pues nos protege frente a posibles enfermedades cardiovasculares.
Los alimentos bajos en grasas son un engaño, ya que contribuyen al sobrepeso. Son productos generalmente llenos de azúcares o harinas refinadas y tienen un índice glucémico alto, por lo que descontrolan los niveles de azúcar en sangre, se acaban convirtiendo en grasas y aumentando el colesterol malo.