Es uno de los elementos básicos de cualquier mesa. Durante el día a día, su uso no nos supone el mínimo problema, dada la informalidad cotidiana. Sin embargo, este objeto cuenta también con sus normas de protocolo. Ahora que se acercan grandes banquetes queremos recordar algunas pistas muy básicas sobre su correcta utilización para no ‘meter la pata’ en las situaciones más formales:
• En cuanto a su presentación en la mesa, recordamos que la servilleta se puede colocar bien encima del plato o bien a los lados de éste pero nunca dentro de las copas.
• La podemos plegar en forma rectangular o triangular (mejor olvidarse de los 'plegados artísticos') y si tiene algún bordado, poner éste hacia arriba.
• Es preferible presentar las servilletas solas (el servilletero quedará reducido al ámbito más informal o familiar).
• Cuando empecemos a comer debemos cogerla de la mesa, desplegarla suavemente y colocárnosla sobre las piernas.
• Sólo la utilizaremos en los momentos debidos; es decir, antes y después de beber, ya que de esta manera evitamos que se ensucien las copas, y para limpiarnos de cualquier mancha o resto de comida. Nunca para limpiar una copa o un cubierto (y mucho menos, claro está, para secarse el sudor, sonarse la nariz, etc).
• Nunca se coloca al cuello, como una babero. Esto solamente se permitirá en el caso de los niños.
• Tras la comida, llega la otra gran duda: ¿qué hacemos con ella cuando hemos terminado? Mucha gente la dobla y la coloca a la derecha del plato, sin embargo esto puede inducir a error y hacer pensar que la servilleta no se ha usado durante toda la comida. Por eso, lo más correcto es cogerla y dejarla tal cual, es decir un poco arrugada, a la derecha del plato. Eso sí, deberemos fijarnos y colocarla por el lado que menos la hayamos ensuciado (también actuaremos así en caso de que durante la comida debamos hacer cualquier pausa que requiera nuestra ausencia de la mesa).