Mitos y leyendas en torno al mundo del vino

Que el vino blanco produce dolor de cabeza, que un Crianza puede llegar a convertirse en un Reserva con el tiempo, o que el tinto es siempre el mejor acompañante para el queso son sólo algunas de las creencias erróneas más extendidas

Por hola.com

Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, las creencias populares encierran tras de sí una gran verdad, también hay ocasiones en las que dichas creencias poco o nada tienen que ver con la realidad. Te lo contábamos con el caso del agua o de los edulcorantes. En esta ocasión vamos a hablar de los falsos mitos que se han ido creando alrededor del mundo de la vid:

VINO BLANCO = DOLOR DE CABEZA
Que el vino blanco produce dolor de cabeza es una de las afirmaciones que muchos dan por verdadera y que, sin embargo, para nada es real. Al menos hoy por hoy. Esto podría tener algo de cierto hace algún tiempo cuando, para preservar de la oxidación los vinos elaborados con las variedades blancas se les añadía muchos sulfitos, un componente químico que provocaba los dolores de cabeza. Hoy, la enología ha progresado y los viticultores conocen las dosis correctas de sulfitos que necesitan y no suelen añadir más de los que resultan convenientes.

DE CRIANZA A RESERVA... ¿POR ARTE DE MAGIA?
También hay quien cree que un Crianza puede llegar a convertirse en Reserva con el paso del tiempo, y nada más lejos de la realidad. Un Crianza nunca tendrá el potencial de guarda ni la evolución de un Reserva. El primero, es un vino que se encuentra en su tercer año de vida y que ha permanecido como mínimo un año en barrica de roble, mientras que los vinos de Reserva son vinos muy seleccionados que han conseguido un envejecimiento mínimo (entre barrica de roble y botella) de 3 años, de los cuales uno de ellos en barrica. Por eso, la evolución del vino no puede ser la misma.

EL TINTO, DE RIOJA; EL BLANCO, DEL PENEDÉS
Otra de las creencias más extendidas es que para ser bueno, un blanco tiene que ser del Penedés, un rosado de Navarra, y un tinto de Rioja. Sin embargo, hoy día, encontramos vinos blancos, rosados y tintos, todos de calidad en cualquier zona vitícola española. La calidad de un vino no depende únicamente de una zona, sino de un modo de cultivo, de un elaborador y de un marco de plantación, entre otros determinantes. Por eso, la clave está en ser aconsejados por profesionales y en tener curiosidad de probar caldos de cualquier región, aunque no atiendan a los tópicos.

EL TINTO, A TEMPERATURA...¿AMBIENTE?
Que un vino tinto se sirve a temperatura ambiente es un error más de la sabiduría popular. Antiguamente, los sistemas de calefacción doméstica eran más primitivos, por eso los vinos se bebían a temperatura ambiente, porque ésta era más baja que la de los hogares modernos. Realmente, la temperatura ideal para beber un tinto oscila entre los 16º y 18º.
Por el contrario, la sabiduría popular sí acierta cuando dice que el vino blanco debe servirse frío. Incluso, si se trata de un gran vino blanco de guarda, como puede ser un Montrachet, un Corton Charlemagne o un Hermitage, la temperatura tiene que situarse entre 11º y 14º.

BLANCO PARA EL PESCADO Y TINTO PARA EL QUESO Y EL JAMÓN
Tampoco es cierto. O, al menos, no siempre. Por ejemplo, en el caso de los quesos, dependerá del tipo o variedad. Así, los tintos ligeros y afrutados son perfectos, por ejemplo, con el camenbert. Con los quesos de cabra, vinos blancos, pero la elección no es tan sencilla: si es un queso fresco, vinos blancos del año; si es de mayor curación, blancos con cuerpo y crianza. Con los quesos azules, vinos dulces generosos.

En el caso del pescado, acompañarlo de un vino blanco es la elección perfecta en la mayoría de los casos, pero no en todos. Por ejemplo, con atún, caldos de pescado o rodaballo es mejor un tinto sin mucha madera y con taninos suaves o un rosado de calidad.

En cuanto al jamón, combinarlo siempre con vinos tintos se aleja de las recomendaciones de los expertos, ya que no es una variedad que nos ayude a degustarlo en su plenitud. El jamón encaja mejor con un fino de Jerez que con un tinto, ya que éstos, con la grasa del jamón, pueden transmitir gustos metálicos. Un fino o una manzanilla limpian la boca y la preparan para seguir disfrutando.

LA CUCHARITA ‘CONSERVA-BURBUJAS’
Respecto a la conservación, el truco de la cucharilla es otro falso mito que practica mucha gente para conservar las propiedades de los espumosos. Para mantener las burbujas hay que utilizar un tapón adecuado y para ello existen los llamados Gard Bulles, que son tapones que permiten conservar las burbujas.

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