Hace ya tiempo que en estas mismas páginas te contábamos la proyección imparable del joven cocinero malagueño Dani García. Y es que, en lugar de ‘acomodarse’ en los fogones del marbellí Calima (premiado con una estrella Michelin), Dani ha sabido embarcarse además en otros proyectos culinarios realmente interesantes, entre ellos su ‘gastrobar’ La Moraga; un local de tapas andaluzas de diseño que, ubicado en el centro histórico de Málaga, contará a partir de marzo con ‘sucursal’ en la nueva terminal del aeropuerto malagueño.
Una filial de La Moraga que no será la primera (ya existen La Moraga Ibérica y La Moraga Sweet, en Puerto Banús) y que, seguramente no será la última: de hecho, está previsto que este concepto de restaurante vuele a otros aeropuertos como el de París, Sydney, Londres...
Sin duda, una nueva muestra de cómo alta cocina y medios de transporte pueden llegar a ofrecer sugerentes maridajes. ¿Otros ejemplos? El catalán Carles Caig y su labor frente a los fogones de Porta Caig (en la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat); la cocinera gallega Beatriz Sotelo al frente de El Madroño (en la T-4 de Barajas); o los que en su momento fueran sonados romances de Sergi Arola e Iberia (encargado de los menús de la clase Business Plus) o del chef Jordi Cruz y la Clase Club de RENFE.
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