Paco Torreblanca, el mejor pastelero del reino
El príncipe Felipe le llamó en persona para que se encargara del postre de su banquete de bodas. ¿El resultado? La ya célebre ‘Gianduja real’ que tanta fama ha proporcionado a este magnífico pastelero. Le enseñamos a prepararla paso a paso
Repostero accidental (porque su padre le envió, a los doce años, a estudiar a París con un amigo suyo), Paco Torreblanca pasó de querer criar gallinas y conejos y tener una pequeña pastelería a abrir cada vez más locales con sus hijos y a ser considerado el mejor repostero de Europa. Tras años trabajando en su confitería de Elda, ‘Totel’, que sigue siendo su centro de operaciones, la fama le llegó en 2004, cuando recibió el encargo de hacer la tarta que pondría la guinda al enlace entre el príncipe Felipe y Letizia Ortiz. Él mismo confiesa que aquel inmenso honor le hizo sentir una gran responsabilidad y que no se quedó tranquilo hasta que recibió, con todos los invitados en pie, encabezados por Carlos de Inglaterra, una ovación unánime. Ahora recibe 400 solicitudes al año de gente que quiere aprender con él, participa en congresos (entre ellos, por ejemplo, el que esta misma semana se celebra en Orihuela, ‘Saborart 08’), y publica libros con sus recetas. Aún así, sigue teniendo tiempo para disfrutar de un amanecer desde lo alto de una montaña...
-¿Le gusta que le llamen ‘el repostero del Rey’?
Me gusta, pero soy el repostero de todos.
-¿Cómo conquistaría el paladar de una gran dama?
Con un bombón de champaña.
-¿Y el de un niño?
Con cariño y chocolate con leche.
-¿Cuántas veces le han encargado la Gianduja real desde aquel mayo de 2004?
Miles, pero no puedo precisar la cantidad.
-¿El dulce que mejores recuerdos le trae de su niñez?
Las magdalenas que hacía mi madre.
-¿Qué dulce haría que un niño dejara de llorar?
Un pastel con mucha ternura.
-¿Es cierto que los dulces no entienden de edades?
No existe edad para los dulces. Bautizos, comuniones, bodas...
Siempre están presentes a lo largo de nuestra vida.
-¿La pastelería es un arte?
Sí, es un arte efímero.
-¿Cómo se hizo pastelero-repostero?
No empezó de una manera vocacional, todo fue accidental, pero hoy es mi pasión.
-¿París bien vale una tarta?
París bien vale una tarta, con misa y sin ella.
-¿El pastel más difícil que ha hecho en su vida?
En la parte que me corresponde, mis hijos.
-¿El ingrediente que más le ha sorprendido en el obrador?
Siempre y siempre el chocolate.
-¿'Totel' significa algo que los que no somos de Elda no acertamos a descifrar?
'Totel' significa la luz del amanecer que pasa entre las ramas, o también el comienzo de algo. Proviene del japonés.
-¿Cuántas ofertas dulces ha rechazado en los últimos años?
Muchas y buenas, pero no valían la pena.
-¿Es cierto que su mayor ilusión profesional es montar una escuela de pastelería en África?
Mi mayor ilusión es ayudar a los que no pueden costearse los estudios. ¿Y por qué no en África?