Con sólo 31 años Dani García es poseedor de una de las carreras profesionales más brillantes dentro del exclusivo mundo de la alta cocina de autor. Afable, cercano y humilde, este discípulo aventajado de Martín Berasategui comenzó muy jovencito sus estudios de hostelería. Tras su paso por tierras guipuzcoanas (donde aprendió a hacer cosas en cocina “que ni se me pasaban por la cabeza”), recala en el rondeño Tragabuches. Un local que, con Dani como jefe de cocina, es premiado por la todopoderosa Michelín con una de sus codiciadas estrellas en el año 2000.
Y a partir de ahí... lluvia de reconocimientos a su labor tras los fogones: premio Mejor cocinero del Año de la Academia Gastronómica Malagueña (2002); premio Cocinero del Año 2005, en el congreso ‘Lo mejor de la Gastronomía’; premio Chef L´Avenir de la Academia Internacional de Gastronomía en 2006... Una larga lista de galardones a los que ahora se suma el concedido a Calima (local marbellí que Dani García regenta en su tierra natal desde agosto de 2005), nombrado ‘Restaurante del Año’ por un conocido blog de cocina. Aprovechando este motivo y su fugaz viaje a la capital, Hola.com ha tenido la ocasión de charlar un ratito con este polifacético y genial chef, ‘rey del nitrógeno líquido y de las frituras imposibles’...
-En sus vitrinas no debe haber sitio para más premios... ¿ha habido alguno que le ha hecho especial ilusión?
Yo creo que el mejor premio es el cliente diario. Obviamente agradeces todo lo que te den. Pero el mejor premio, como decimos en mi tierra, es que el plato venga ‘rebañao’.
-Empezó muy joven en esto de la cocina, ¿siempre tuvo claro que lo suyo eran los fogones?
No, no, no.... yo quería ser futbolista, supongo que como todos los niños. Fue un poco circunstancial. Cuando estaba en COU tenía que elegir entre estudiar y trabajar. Estudiar no me gustaba mucho, así que con 17 años me metí por curiosidad en la escuela de hostelería de Málaga, que llevaba funcionando dos años y que ya tenía mucho nombre. Los primeros años fueron muy bonitos, aprendes toda la base de la cocina tradicional. Pero cuando realmente cambió mucho mi idea de la cocina fue cuando llegué al restaurante Martín Berasategui. Allí empecé a ver cómo se hacían cosas que ni se me hubieran pasado por la cabeza...
-¿Qué destacaría de su trabajo con Martín?, ¿qué aprendió con él?
Muchas cosas... sobre todo le admiro por la pasión que le pone a la cocina. La ama por encima de todo. Siempre recordaré una frase que decía constantemente: “Hoy hay que hacerlo mejor que ayer, y mañana mejor que hoy”.