¡Por fin está de vuelta! Los fans más incondicionales de las divertidas aventuras (y desventuras) de la simpática Bridget Jones están de enhorabuena. La espera ha terminado y por fin llega a los cines (en España tendremos que esperar hasta el próximo 16 de septiembre), la tercera entrega de la saga, Bridget Jones' Baby. El Odeon Leicester Square de Londres se vistió con su mejores galas para celebrar por todo lo alto el que es, sin duda, uno de los estrenos más esperados de la temporada. Luces, cámara... ¡acción!
Rodeada de sus dos atractivos compañeros Colin Firth y Patrick Dempsey, Renée Zellweger se convirtió en la gran protagonista de una noche muy especial. Con una llamativa alfombra rosa desplegada para la ocasión, la actriz desfiló radiante y sin dejar de sonreír mostrándonos su versión más elegante y sexy. Presumiendo de figura, optó por un diseño azul noche de escote asimétrico con una prominente abertura y un original broche-joya con forma de zebra, de la firma Schiaparelli, que combinó con una sandalias de tiras. Fiel a su estilo, Renné se decantó por un recogido bajo messy dejando algunos mechones sueltos y un maquillaje muy natural.
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La historia, dirigida por Sharon Maguire y escrita por Helen Fielding, David Nicholls y Emma Thompson, promete muchas sorpresas. Con los 40 recién cumplidos y soltera de nuevo, decide centrarse en su trabajo como productora de noticias y rodearse de viejos y nuevos amigos. Por una vez en su vida, parece tenerlo todo bajo control, nada puede torcerse... ¿o sí? Su vida amorosa toma una nueva dirección cuando conoce a un elegante estadounidense llamado Jack (Patrick Dempsey), un galán que tiene todo lo que no tiene el Sr. Darcy (Colin Firth). Pero todo cambia cuando descubre que... ¡está embarazada! El problema es que no sabe a ciencia cierta quién es el padre.
En esta tercera película, veremos a Bridget de nuevo entre dos amores. Eso sí, en la vida real, Renée sólo tiene ojos para un hombre. La actriz conoció a Doyle Bramhall cuando compartían pupitre en la Universidad de Austin en 1990, hace más de 25 años. Entonces eran personas anónimas y estudiaban Ciencias de la Radio, Cine y Televisión. No salían juntos, pero eran buenos amigos. Pasaron los años y mantuvieron el contacto, hasta tal punto que el verano de 2012, cuando ambos estaban solteros, tuvieron una cita y surgió el amor. Desde entonces, están felices e intentan mantener su relación alejada de los focos. De hecho, Zellweger ha reconocido en más de una ocasión que Doyle le ha dado la estabilidad que necesitaba en su vida y que junto a él está viviendo una etapa muy especial.
A finales de 2014, la actriz se convirtió en el centro de todas las miradas debido a su cambio de imagen. El nuevo rostro que lució en una entrega de premios suscitó una avalancha de comentarios y fueron muchos los que opinaron que había perdido naturalidad y frescura. El pasado mes de agosto, la actriz quiso responder a las críticas sobre su físico con una carta escrita en el Huffington Post y titulada "Lo podemos hacer mejor".
"Tengo suerte. Es una bendición elegir una vida artística y tener un trabajo que a veces te permite cambiar las cosas. Merece la pena pagar el precio en tu vida pública. Aunque, en ocasiones, implica resignarse a la humillación y, otras veces, entender cuándo los silencios perpetúan un problema mayor. En octubre de 2014, un artículo publicado en un tabloide informó de que posiblemente me había operado los ojos. (...) Hoy no escribo porque haya sido acosada públicamente o porque se haya cuestionado el valor de mi trabajo por un crítico cuyo ideal físico está basado en un personaje ficticio de hace 16 años, sobre el que siente una posesión, y que ya no alcanzo. No escribo en protesta por la asquerosa suposición de que el valor de una persona y su contribución profesional se ven devaluadas si presuntamente cede a las presiones sociales sobre la apariencia, y debe justificar sus elecciones personales en un juicio público. No escribo porque crea que es un derecho individual tomar decisiones sobre el cuerpo propio, sea cual sea el motivo, sin que seas juzgado o juzgada por ello. Escribo porque, para ser fiel a mí misma, debo defender las verdades de mi vida y porque ver cómo se transforma el rumor de tabloide en verdad es realmente preocupante. La sensacionalista historia de la "cirugía de los ojos" por sí misma no tiene importancia, pero catalizó mi inclusión en el consiguiente hilo de noticias legítimas sobre la autoaceptación y las mujeres que sucumben a la presión social para parecer y envejecer de cierta manera".
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La actriz continua: "No es que le importe a nadie, pero no tomé la decisión de cambiar mi cara y operarme los ojos. Este hecho no es relevante para nadie, pero que la mera posibilidad fuera discutida por los periodistas serios y se convirtiera en tema de conversación generalizada es una desconcertante ilustración de la confusión entre noticias/entretenimiento y la fijación social por lo físico. No es un secreto que históricamente el valor de una mujer se ha medido por su apariencia (...) ¿Demasiado delgada, demasiado gorda, se le ve mayor, mejor como morena, muslos con celulitis, escandaloso lifting, quedándose calva, barrigona o hinchada? Zapatos feos, pies feos, sonrisa fea, manos feas, vestido feo, risa fea; material de titulares que enfatiza las variables que pretenden determinar el valor de una persona y servir de parámetros en, cuyo estrecho margen, cada uno de nosotros debemos entrar para ser considerados socialmente aceptables y profesionalmente valiosos, y para evitar un doloroso ridículo. De esto sacamos un mensaje problemático para las generaciones más jóvenes y mentes más volubles. Además, sin lugar a dudas, da pie a cuestiones sobre prejuicios, igualdad, autoaceptación, abusos y salud".
Renée concluye: "¿Y si las insulsas historias sensacionalistas, los juicios y malentendidos quedaran confinadas en el tarro de entretenimiento vulgar y se sustituyeran en los medios de masas por conversaciones mucho más importantes y necesarias? (...) A lo mejor podríamos hablar más de por qué parece que compartimos un apetito común por ser testigos de la degradación y humillación de personas con ataques a su apariencia y carácter y cómo esto afecta a las generaciones más jóvenes y daña la igualdad (...) A lo mejor podríamos hablar de la gran cantidad de retos a los que se enfrenta nuestra sociedad y de cómo podemos hacerlo mejor".