Entrevistamos a Lucas Vidal, el compositor español que triunfa en Hollywood: 'Desde que gané los Goya ha sido una locura'

Con sólo 31 años, tiene una carrera llena de éxitos dentro y fuera de nuestras fronteras. Tiene ganas de comerse el mundo y le sobra talento pero reconoce que todo es fruto de disciplina, trabajo y constancia

Por Cristina Álvarez

A pesar de ser uno de los chicos de moda y estar de lo más solicitado, Lucas Vidal ha sacado un hueco en su apretada agenda para atender a HOLA.com. Eso sí, no nos queda más remedio que hacer la entrevista por Skype, ya que se encuentra en Los Ángeles trabajando sin descanso en sus nuevos proyectos. Nuestra cita es a las siete de la tarde (hora española) y nos saluda desde su estudio, ese en el que pasa horas y horas dando vida a las notas que luego se transforman en melodías que atrapan.

- Todo lo que no sabías de Lucas Vidal, en 20 preguntas

El camino no ha sido fácil, sin embargo, su historia tiene todos los ingredientes necesarios para ser un gran éxito. Tras haber crecido rodeado de amor por la música -su abuelo fundó la compañía de discos Hispavox-, Lucas cruzó el charco con la mochila cargada de ilusiones y sueños por cumplir. Él no es de los que hacen las cosas a medias, si se compromete con algo lo hace de verdad, pero lo que no sabía que éste iba a ser un viaje que iba a cambiar su vida. Pasó por el Berklee College of Music como un torbellino. Allí conoció a su socio, Steve Dzialowski, con el que fundó su empresa 'Music and Motion Productions' y con el que hizo ruido, mucho ruido, empezando a hacer realidad su sueño. Después continuó sus estudios en la Escuela Juilliard de Nueva York para finalmente volver a Los Ángeles, que desde entonces se ha convertido en su segundo hogar.

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Esfuerzo, trabajo, disciplina, constancia y sacrificio son las palabras que más repite durante nuestra entrevista. Casi una hora de charla en la que no faltan las risas ni las anécdotas que ha vivido a lo largo de su carrera. Y es que a pesar de la distancia, descubrimos que este madrileño de 31 años derrocha simpatía y naturalidad. Muerto de risa nos cuenta cómo vivió los Goya y lo que sucedió entre bambalinas en esa noche en la que su vida cambió en menos de cinco minutos al llevarse dos 'cabezones' (Palmeras en la nieve y Nadie quiere la noche) y que terminó al son del mítico Toni 2.

Tiene ganas de comerse el mundo, pero no aparenta y es humilde, aunque puede presumir de haber sido el compositor más joven de la historia de Hollywood en hacer una superproducción (con la de Fast & Furious 6). Eso sí, reconoce que no cree mucho en la suerte y que en la vida, si quieres algo tienes que luchar por conseguirlo. Para él, el esfuerzo es mucho más importante que el talento, y es por ello que hace todo lo posible por aprender algo cada día y empaparse de lo que aprende de los profesionales con los que trabaja. Lucas no quiere cerrarse puertas, todo lo contrario, por eso está trabajando en diferentes proyectos de los que todavía no puede adelantarnos nada. Para él, la película de su vida acaba de empezar y todavía queda mucho guión por escribir. ¿La banda sonora? Corre de su cuenta.

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- ¡El chico de moda, qué honor! ¿Cómo lo estás llevando?
Pues la verdad es que nada ha cambiado mucho… Alguna que otra persona me para por la calle y me hace mucha gracia, pero lo que más me alegra es poder dar ánimo a la gente joven y saber que hay gente a la que también le gusta la música para cine.

- ¿Te reconocen más aquí o en Los Ángeles?
Me reconocen más en España. Es que Los Ángeles es muy grande y además estoy todo el día en el estudio… pero está genial porque tampoco es que la gente me pare constantemente, tienes tu independencia y eso es un auténtico lujo.

- Para los que todavía no te conozcan, vamos a empezar por el principio. ¿La música siempre te ha acompañado?
Sí, he tenido la suerte de tener una atmósfera musical. Mi abuelo fundó Hispavox y, por parte de madre, mis primos y mis tíos son bailarines de clásico. El arte siempre ha estado en casa.

- ¿Ya cuando eras pequeño soñabas con dedicarte a esto?
Me gustaba mucho improvisar con el piano, hacer melodías, cambiarlas… Además de la música clásica, también me gustaba la electrónica, aunque empecé más tarde, como con 13 o 14 años.

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- Siendo muy jovencito te fuiste a Berklee, ¿cómo surgió aquella oportunidad?
Pude ir a un programa de verano con 15 años. Fue ahí donde descubrí que hay una carrera que es música para cine y me di cuenta de que eso era lo mío. Después, con 17 o 18 ya me becaron y me fui a estudiar allí.

- ¿Nunca te sentiste solo?
Tuve la suerte de tener un primo que ya estaba viviendo allí, Yuri Yanowsky, que es primer bailarín del Boston Ballet y es mayor que yo, y estuve con él cuatro años. Después me fui a la Escuela Juilliard de Nueva York a continuar con mis estudios de música.

- Por aquel entonces creaste tu empresa Music and Motion Productions, ¿cómo empezó todo?
En Berklee conocí a mi socio, Steve Dzialowski. Él hacía music business y nos conocimos en una clase de inglés. Empezamos a hacer proyectos juntos, él hablaba con diferentes departamentos de la universidad para buscar financiación y yo pues componía. De hecho, hubo un momento en el que teníamos un equipo de más de 20 estudiantes en nuestro equipo. Yo paraba a músicos por la calle y les decía que si querían grabar conmigo. No había dinero pero teníamos pizza y una carta de recomendación. Sobre todo, lo que nos interesaba era la colaboración y terminamos trabajando con el Boston Conservatory y luego con una escuela de animación de Florida hicimos un corto como con 140 músicos en el Boston Symphony Hall. Ese fue mi trabajo de fin de carrera, algo que nadie había hecho jamás en Berklee.

- ¡Donde vas triunfas!
No es triunfar, es perseguir tus sueños y tratar de realizarlos. Me acuerdo cuando tuve todo el tema del cáncer que estaba con la quimio, lo único que quería hacer era comer caracoles (siempre lo digo, pero es que estaba obsesionado) y verme en Abbey Road grabando con orquesta una peli de acción. Y fíjate, cuatro años después ¡estaba allí grabando para una peli de Bruce Willis! Y no fue el talento, sino la disciplina y la constancia, y luchar por tus sueños. Sobre todo porque al principio hay muchas puertas cerradas y hay que intentar abrirlas poco a poco.

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- ¿Cómo empezó tu ‘idilio’ con John Williams?
Me llamó el productor de música clásica Álvaro Cañil para dirigir hace dos años en el Teatro de la Zarzuela. Fueron dos o tres días de lleno total, y tal fue el éxito que después repetimos en el Teatro Real como concierto de Navidad. Además fue muy divertido porque cuando estaba ensayando con la Barbieri Symphony Orchestra, que es muy joven y muy buena, justo me dijeron que estaba nominado a los Goya. Paré para hacer un cambio y mi socio Steve, me lo dijo. Además yo no sabía que encima estaba nominado por dos pelis diferentes y ¡nunca me imaginé que iba a ganar los dos!.

- ¿Qué ha significado él en tu carrera?
Me gusta mucho hacer cosas en directo. De hecho, ahora estoy preparando varios proyectos en los que hay audiencia, pero no puedo decir nada.

- ¿Sabes cuántas películas has hecho?
(Consulta su archivo) He hecho como 20 películas.

- ¿Vas a seguir a caballo entre Los Ángeles y Madrid?
Sí, claro, pero voy y vengo mucho.

- ¿Crees que te pueden surgir más oportunidades allí?
Bueno, es diferente… pero a mí me gusta compaginar el cine español con el americano y hacer proyectos diferentes que no sea estrictamente hacer música para cine. En Los Ángeles hay más filtros y más gente que opina, mientras que en España creo que se respeta más la relación entre el director y el compositor.

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- Palmeras en la nieve ha significado un antes y un después para tí, ¿cómo surgió el proyecto?
Hablé con el director, Fernando González Molina, y le gustó una propuesta que le llevé. La verdad es que fue apasionante, un proyecto tan grande con una orquestación importante… Tuvimos una producción bastante compleja. Grabamos en Abbey Road, Macedonia, España y Los Ángeles, y pudimos contar con artistas top, como la pianista Rosa Torres-Pardo, que es la número uno ahora en España; también hicimos cosas con Jorge Pardo, flautista flamenco… y luego por supuesto la colaboración con Pablo Alborán.

- ¿Cómo fue trabajar con él?
Maravilloso. El director quería que hubiera una canción final y se me ocurrió contar con Pablo. Desde el primer momento que nos vimos hubo muy buen rollo. Fuimos a mi estudio a trabajar y los dos empezamos la canción de cero. Él es muy bueno y tiene mucho talento, me gustaban mucho las ideas que nos iban saliendo porque tenían mucho que ver con la estética de la película.

- Tu otro gran proyecto ha sido Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet.
La productora de la peli, Antonia Nava, me puso en contacto con ella. Después de hablar sobre la música empezamos a trabajar directamente con imágenes. Fue un auténtico lujo y un placer poder trabajar con ella, porque además creo que es la persona que más cine sabe que he conocido en mi vida. Pensaba que iba a ser muy difícil trabajar con alguien que sabe tanto, y al revés, fue muy divertido y me dio muchísima libertad artística. Fue maravilloso, y estaba alucinado porque me pedía muy pocos cambios. Luego además tuvimos la suerte de grabar con Leticia Moreno, que también es una violinista top ahora en España.

- A parte de talento, ¿crees que también has tenido suerte?
Creo poco en la suerte. Hay momentos en los que hay oportunidades, pero hay que saber aprovecharlas y estar preparado, porque si no, no hay suerte. Yo recuerdo en verano que mientras muchos se iban de vacaciones, yo me quedaba trabajando, estudiando y analizando partituras, me iba a conocer gente de la industria… Luego te salen proyectos pero es porque has estado trabajando en ello.

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- ¿Cómo viviste la gala de los Goya?
Fue maravilloso pero un poco locura, porque cuando nada más llegar había muchas fans de Pablo Alborán y yo no estoy acostumbrado a esos niveles. Después de hacerme fotos con un montón de chavales, entré en la alfombra roja atacado. Fui con mi socio y con mi hermano y también con mi mejor amigo, Curro Sánchez, que el año pasado ganó el Goya por el documental de su padre, Paco de Lucía.

- Al escuchar tu nombre, ¿qué pensaste?
Fue todo muy rápido. Fue entrar, sentarme y nada más empezar dijeron nuestro nombre. Después de recoger el Goya fui al backstage y me decían que saliera de allí, pero claro, yo les dije: “¡Que para este también estoy nominado!”. Volvieron a repetir mi nombre y no me lo creía. En el primer discurso quise dirigirme a la gente joven y dedicárselo sólo a ellos para motivarles y animarles. Y claro, el segundo fue todo un disparate.

- ¿Te ha sonado mucho el teléfono desde entonces?
Sí, no ha parado. De hecho estuve cuatro días sin contestar a nadie porque tanto Instagram como Facebook, el móvil… fue una locura.

- ¿Cómo es tu rutina de trabajo?
Me levanto, desayuno una tortilla francesa, voy al estudio y estoy todo el día trabajando sin parar. Sobre todo en Los Ángeles, ya que en Madrid salgo más pero aquí estoy muy enfocado. A veces voy a surfear pero poco más, tengo una vida dedicada al trabajo.

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- ¿Y ahora con qué estás?
He terminado una película con Mateo Gil que se llama Real life, estoy trabajando en algo con el Boston Ballet y colaborando con Nacho Cano en un proyecto suyo. Y luego también estoy con un proyecto de bastante relevancia pero no puedo decir nada.

- ¡No paras! ¿Ya llevabas ese ritmo antes de los Goya?
Sí, sí. Pero estoy muy contento porque me han llamado directores y la verdad es que este año estoy bastante liado con todo.

- ¿Te has marcado alguna meta?
Soy más de ir al día y hacer proyectos diferentes y no hacer sólo música para cine, también estoy con otras historias.