Hasta que se convirtió de nuevo en padre y decidió llevar una vida más tranquila en la Manga junto a su pareja Carmen Moreno, no era extraño ver a Eduardo Cruz viajando por medio mundo siguiendo los pasos de sus hijos mayores. La primera que se hizo un hueco entre los focos de la gran pantalla fue Penélope y con ella viajó Eduardo, solo aunque también en compañía de Carmen, entonces su novia. Rodajes, fiestas de estreno, compromisos publicitarios, la compañía de Eduardo era una constante en la vida de la artista, que comenzaba a hacerse un nombre que ahora se escribe con mayúsculas en los títulos de crédito. Él la mantenía conectada a su familia, sus raíces.
El gusanillo del arte picó también a sus hermanos Mónica y Eduardo, que contaron siempre con el apoyo de un padre que se mantuvo en un discreto segundo plano, comprobando con pasión y orgullo cómo crecían sus carreras en la interpretación y la música respectivamente. Estancias en Los Ángeles, algún que otro susto en vuelos complicados, como aquel en el que viajaba con Penélope a Durango, México, donde la española rodaba Bandidas con Salma Hayek –un viaje en el que el piloto perdió el control del avión y cayeron en picado durante unos 10 minutos, le acompañaba su entonces novia Carmen-, fueron muchas las ocasiones en las que compartió con sus hijos esa nueva vida que emprendían y en la que se mostraron siempre como una piña. Estaban ahí para ayudarse, para acompañarse, para crecer.
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Unidos pese a la distancia que les separaba. Penélope y Eduardo residieron una temporada en Los Ángeles y allí iba de visita a menudo su padre junto a Mónica, aunque finalmente sólo su hijo se ha quedado en California dando pasos cada vez más firmes en la música. Penélope formó una familia con Javier Bardem y los dos se volvieron a España, donde estaban también Mónica y sus padres. Un poco más cerca esta vez.
Con sus hijas vivió la emoción de convertirse en abuelo por partida triple, disfrutó de los dos hijos de Penélope, Leo y Luna, y de la niña de Mónica, Antonella, en la que la artista vive volcada. Decidió además ser padre de nuevo junto a Carmen, su compañera y confidente, su amor durante los últimos doce años, que le dio a Salma, una pequeña de tres años que se unió a los juegos de la familia.
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Se casaron en una romántica e íntima ceremonia en abril de 2014 a la que no pudieron asistir sus hijos mayores, pero es que entonces los compromisos profesionales se lo impidieron. Con ella era feliz en su rincón de tranquilidad en La Manga, ese que seguro le echará tanto de menos como los suyos.
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