Nicole Kidman vivió ayer una noche inolvidable. Ella era la auténtica protagonista y todos los que acudieron a la a sede del Festival de cine de Nueva York no les quedó más remedio que rendirse a los encantos interpretativos de la actriz. La Sociedad Cinematográfica del Lincoln Center organizó un acto homenaje a Nicole a quien calificaron como "una de las mejores actrices contemporáneas por su extraordinario rendimiento y sus apariciones audaces".
A la hora acordada, y con un sobrio vestido gris, Nicole se presentó en la sede del festival donde protagonizó un coloquio en el que hizo un recorrido por toda su carrera cinematográfica. Una vez finalizado y a contrarreloj, la actriz estrenó por primera vez en Estados Unidos su más reciente película, The Paperboy, dirigida por Lee Daniels, quien fue nominado al Óscar por Precious (2009).
Del brazo de su marido, Keith Urban, y demostrando que tiene la capacidad de jugar con el tiempo, Nicole se cambió de vestuario para acudir a la premier, en donde una vez más dejo claro su poder de seducción. Con un vestido rojo con incrustaciones en dos colores y escote geométrico, Nicole estuvo arropada por algunos de sus compañeros de reparto, como Naella Gordon, David Oyelowo, Macy Gray o Lee Daniels, aunque no por los grandes protagonistas de la cinta.
La australiana comparte reparto con Matthew McConaughey, Zac Efron y John Cusack, en un filme basado en la novela homónima del escritor estadounidense Pete Dexter y que compitió por una Palma de Oro en el Festival de Cannes 2012. The Paperboy narra la historia de un periodista (McConaughey) que regresa a su casa en un pueblo de Florida para investigar la condena a muerte de un hombre (Cusack) por supuestamente haber matado a un alguacil. En medio de esta trama está Kidman, que interpreta a una mujer que se ha enamorado del condenado sin haberlo visto, y de la que los críticos destacan su "fantástica" interpretación en esta historia violenta de racismo y abusos en el sur de Estados Unidos a finales de los años sesenta.
Y en medio de una agenda de trabajo inmejorable y en un momento personal envidiable, Nicole ha concedido una entrevista a la revista australiana Who, en la que ha hablado por primera vez de lo que supuso para ella su separación de Tom Cruise. "Me casé demasiado rápido y cuando era muy joven", afirma la australiana. "Pero no me arrepiento, porque me permitió tener a Bella y Connor, y tuve un matrimonio fantástico por un periodo muy largo", explica la actriz rememorando los días de vino y rosas junto a Cruise. "Cuando dejo de funcionar nuestro matrimonio tuve un vacío muy profundo y atravesé una gran depresión. Pero no me arrepiento de nada. Todo fue parte de mi crecimiento" sentencia la actriz.
Nicole, de 45 años, quien ahora está casada con el cantante de country Keith Urban y tiene dos hijos biológicos fruto de este amor, ha confesado los numerosos problemas de fertilidad que tuvo en el pasado y como su vida llegó a convertirse en "un infierno".
"Pasé mucho tiempo pensando que no iba a pasar, y tratando de aceptarlo. Cuando pasó fue genial. Lo intenté muchas veces y fallé, fallé, fallé. No entraré en mucho detalles, pero tuve un embarazo ectópico, abortos involuntarios e hice muchos tratamientos de fertilidad. Hice todo lo que se puede hacer para quedar embarazada", pero no hubo resultado y eso la frustraba.
"Cualquier mujer que haya pasado por estos altibajos sabe la depresión que acarrea. Entonces, llegó Sunday (su primera hija biológica) y fue como '¡¿Qué?!' Las probabilidades eran muy bajas. Fue el milagro de mi vida", detalla la oscarizada actriz. Pero ésta no sería su única experiencia como madre, pues el año pasado Nicole anunciaba el nacimiento de su segunda hija, Faith, quien nació a través de un vientre de alquiler.