El cineasta francés de origen polaco Roman Polanski está viviendo en su propia piel el argumento de una de sus peores películas. Bajo arresto domiciliario desde el pasado mes de noviembre, Roman ha roto su silencio a través de un texto en Internet titulado "No puedo seguir callando", en el que explica las injusticias que se están cometiendo en torno a su proceso a la vez que denuncia que la demanda de extradición hacia Estados Unidos que pende sobre él "se basa en una mentira".
Encarcelado en Suiza el pasado 26 de septiembre por un delito de abuso sexual a una menor en 1977 y más tarde condenado a arresto domiciliario en el chalet que el director posee en la estación de esquí de Gstaad, se ha dirigido a la opinión pública diciendo: "No puedo seguir callando porque Estados Unidos sigue reclamando mi extradición, más con el objetivo de entregarme como presa a los medios de comunicación del mundo entero que para pronunciar un veredicto sobre el cual se llegó a un acuerdo hace 33 años".
El director, de 76 años, ha querido ser el mismo, y no ningún intermediario, el encargado de hablar al público con sus propias palabras, sin tapujos y sin adornos. "Es cierto. Hace 33 años me declaré culpable, pero ya pagué por ello, con una pena de 42 días en la prisión estatal de Chino (California)" ha señalado tajante el cineasta.
Según Polanski, que ha contado con el apoyo de su amigo el filósofo francés Bernard-Henri Levi, quien le ha prestado su página web para hacer público el comunicado, dicho encarcelamiento correspondía a la pena a la que habría debido ser condenado, y que en consecuencia ya él habría cumplido.
El director, que ha reconstruido a su manera el caso, señala que tras ser arrestado en 1977, llegó a un acuerdo con el juez Laurence J. Rittenband, fallecido en 1993, para que se desestimaran todas las acusaciones a cambio de que él admitiera haber mantenido relaciones sexuales con la menor.
Huido desde hace más de 30 años de Estado Unidos, Polanski echa la vista atrás para afirmar: "No puedo seguir callándome porque la solicitud de la víctima de que se abandone una vez por todas el proceso contra mí fue desestimada por enésima vez en el Tribunal de California". Y es que la víctima Samantha Geimer, que hoy tiene 45 años, reclamó en numerosas ocasiones el abandono de las diligencias judiciales contra Polanski y así dar por finalizado el caso.
Pero nada de esto ha hecho mella en el proceso contra Polanski y su delito parece seguir hoy más vivo que nunca, pese a ello, el director no tira la toalla y concluye su texto diciendo: "Es esto lo que tenía que decirles, conservando al mismo tiempo la esperanza de que Suiza reconocerá que no hay lugar a extradición y que podré recobrar la paz y mi familia con toda libertad, en mi país".
Apoyado por directores como Woody Allen o Martin Scorcese y por el ministro de Cultura francés Frédéric Mitterrand, entre otras personas, se desconoce cual será el siguiente paso que darán los abogados de Roman, que la semana pasada veían como la justicia de Estados Unidos volvía a desestimar el recurso interpuesto para permitir que el cineasta fuera juzgado en Estados Unidos sin comparecer ante la justicia de ese país.