Sin ningún viso de estar enferma, Penélope Cruz derrochó elegancia y distinción sobre la alfombra roja del festival de Cannes. Del brazo de su amigo y director, Pedro Almodóvar, con el que reconoció que “lleva 18 años juntos y es como de su familia”, la actriz llegó al Palacio de festivales convertida en una princesa de cuento con un vestido de Marchesa de inspiración griega de color malva drapeado y de larga cola que dejaba al descubierto sus hombros, y unos pendientes de diamantes talla pera de la firma Chopard.
Tres años después de haber recibido el premio al mejor guión por Volver y diez años después del premio al mejor director por Todo sobre mi madre, Pedro Almodóvar, con un esmoquín de Giorgio Armani y pajarita morada a juego con el vestido de Penélope, se presentó con la ilusión de que Los abrazos rotos pueda convertirse en ganadora de la Palma de Oro, un premio que hasta ahora sólo ha conseguido un español Luis Buñuel con Viridiana, y con el que Rossy de Palma no dejó de bromear por la coincidencia del galardón con su apellido. “Aquí una Palma, ahí otra Palma”.
La gripe que sufre Penélope Cruz desde hace varios días no pudo ensombrecer su primer desfile desde que se convirtiera en ganadora de un Oscar gracias a la película Vicky Cristina Barcelona. Con paso firme y decidido tras haber entrado en el olimpo de los grandes del cine, Penélope Cruz subió la escalinata del Palacio de Festivales entre aplausos y ovaciones. Sus compañeros de reparto Lluis Homar, Blanca Portillo, Tamar Novas, Ruben Ochandiano y José Luis Gómez conocieron de primera mano el festival de cine por excelencia.
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