Por uno u otro motivo, últimamente no le has dedicaco a tu pelo los mimos que se merece. Tal vez la mejor solución sería una visita a la peluquería para darle un respiro a tu melena. Pero si no es tu idea, vamos a intentar ayudarte, pues incluso el pelo más dañado puede recuperar la forma en un plazo de tiempo razonable. El único secreto está en conocer las formas de nutrirlo, devolverle la elasticidad, reparar los estragos causados al color y darle hidratación, hidratación y más hidratación.
- ¿Sabes cómo es tu pelo? Tal vez no sabías que el exterior de cada cabello está formado por una capa de escamas dispuestas al igual que las tejas de un tejado. Cuando las escamas de la cutícula se encuentran perfectamente alineadas, una encima de otra y cerradas en una formación compacta e impermeable, el núcleo y el agua que éste contiene se encuentran protegidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, los cepillados, los procesos químicos (permanentes y tintes principalmente) y el sol, estas escamas se abren, separándose entre sí y permitiendo que se escape el agua del interior. Esto es el primer paso en el proceso de debilitamiento del cabello, ya que una vez deshidratado, pierde elasticidad y vigor. El primer paso para darle fuerza, será, por tanto, cerrar la cutícula y volver a disponer sus “tejas” en orden.
- Objetivo, cerrar la cutícula. Hacerlo pasa por varias fases. La primera, lavar y peinar el pelo siempre de arriba hacia abajo, siguiendo esa dirección descendente de las escamas. Igualmente importante es el uso regular de un acondicionador. A veces llamados “suavizantes” o bálsamos capilares, estos productos de efecto “casi” mágico son el mejor aliado para preservar (o, en su caso, recuperar) el brillo del cabello al recubrir la cutícula y cerrándola de forma temporal, lo que lo hace más impermeable y resistente. Sus agentes acondicionadores quedan depositados sobre las escamas del cabello, devolviendo esa cohesión a veces perdida. Lo más importante del acondicionador es que quede bien repartido, cubriendo pelo por pelo, por lo que conviene peinarse durante la aplicación, para así asegurar un reparto uniforme. Comienza desenredando con un cepillo de púas anchas y siempre con extremo cuidado, dado que el pelo es más frágil cuando está mojado que en estado seco. Una vez eliminados los nudos, puedes seguir repartiendo el producto con un peine más fino, que asegure una cobertura total. En el caso de los acondicionadores, el tiempo de aplicación es menos importante que ese reparto perfecto, dado que sus agentes no llegan a penetrar en el cabello.
- La mascarilla, aliada para un tratamiento más intensivo. El pelo muy dañado necesita algo más que un acondicionador. En ese caso, nada como dejar paso a las mascarillas, tratamientos que hasta ahora se usaban de forma muy puntual, pero que pueden ser la solución para el cabello muy fragilizado, en cuyo caso pueden llegar a ser incluso de uso diario. Las mascarillas necesitan un mayor tiempo de exposición, y si se usan en combinación con calor resultan aún más eficaces, ya que al abrir la cutícula, se permite que penetren mejor los agentes nutritivos. Para ello basta con cubrir el cabello con un gorro de baño, papel de plástico o incluso aprovechar el vapor del propio baño o de una sauna.
- Cuidados específicos. Si sientes que tu pelo está en 'estado crítico', no desesperes: existen productos eficaces a la hora de llegar al rescate, como son los reparadores que ayudan a restaurar la fibra capilar. Las amantes de los trucos caseros encontrarán su mejor aliado en los aceites. Sí, tal como suena. Desde aceites cosméticos multiuso hasta el tradicional aceite de oliva, basta con aplicarlo y masajearlo mechón a mechón al menos una hora antes del lavado y dejarlo actuar a fondo, eliminándolo todo resto después con la ayuda de un champú suave.
¿Cómo cuidas tu melena? Comparte todos tus trucos en nuestro foro de belleza.