Sabes que quieres cambiar el tono de tu cabello, darle un poco más de vida con un toque de color o cubrir esas canas que tanto te molestan, pero no tienes claro qué opción elegir. Lo más sensato es escuchar y seguir las recomendaciones de tu peluquero, pero, además, conviene que tengas claro de qué te habla.
Toma nota de los diferentes tipos de coloración para intentar dar en el clavo con tu elección.
Coloración permanente. A menudo llamado “tinte”, es la única que cubre las canas al cien por cien y permite un cambio de color total. Contiene amoniaco y oxidante, imprescindible para fijar el color, y no se va con los lavados.
Coloración tono sobre tono. Disimula las primeras canas, pero no cambia el color original, pues sólo oscurece ligeramente el tono de base. Se va en unas seis semanas de forma gradual con cada lavado.
Coloración directa o no permanente. Apenas cubre las canas, pues sobre todo proporciona reflejos y brillo. No contiene ni amoniaco ni oxidante, por lo que se va en unos seis lavados. Es idóneo para chicas jóvenes que quieran jugar con tonos de moda y reflejos atrevidos.
Decoloración. Cuando se quiere aclarar más de cuatro tonos en el pelo natural y dos en el teñido, hace falta primero una decoloración previa que arrastre el pigmento del cabello y lo deje blanco para después poner el color deseado.
Mechas y/o reflejos. Técnica en la que sólo se pigmentan algunos mechones de la cabellera, lo que permite dañar menos el pelo y obtener efectos muy sutiles.
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