Con la actividad diaria (más aún si se hace ejercicio), los músculos tienden a acortarse y a hacerse más rígidos. Pero agarrotarse no es inevitable, ni está asociado indefectiblemente con la edad. ¡En absoluto! Estirar regularmente mantiene la elasticidad y, por si fuera poco, estiliza la figura e incluso ayuda a ganar unos centímetros de altura al mejorar la postura general.
Antes de hacer estiramientos, es imprescindible realizar un calentamiento general. Sólo así se sube la temperatura de los músculos y se estimula la secreción de líquido sinovial, necesario para que las articulaciones estén bien lubricadas. Hacer de diez a quince minutos de bicicleta, cinta o cualquier otra actividad que suba en uno o dos grados la temperatura del cuerpo es básico antes de estirar. Tanto, que en caso contrario, y si se insiste en estirar en frío, los efectos pueden ser incluso contraproducentes. No se deben hacer ¡nunca! rebotes durante el estiramiento, una vieja costumbre que conviene erradicar de inmediato. Con ella, sólo se consigue crear pequeñas rupturas en el músculo, diminutas microlesiones que no benefician en absoluto. Cada estiramiento se debe mantener de diez a quince segundos, sin olvidarse nunca de respirar profundamente (es frecuente interrumpir la respiración normal al estirar) e intentando alargarse un poquito más con cada espiración, pero sin llegar nunca al punto del dolor. Se debe sentir la tensión del músculo, pero sin que llegue a resultar penoso.