Cómo hacer ejercicio con problemas de tiroides
Por Estefanía Arnaldo
Hoy en día los problemas de tiroides son cada vez más habituales y sobretodo en mujeres. Cuando a una persona le diagnostican un problema con su hormona tiroidea una de las primeras preguntas que suele hacerse es acerca del ejercicio.
Los desequilibrios de esta hormona van a provocar cambios involuntarios en el peso de quien lo padece, debilidad y cansancio y otro tipo de alteraciones relacionadas.
En el caso del hipotiroidismo la hormona del tiroides es baja, por lo que el metabolismo funciona mucho más lento, haciendo que el peso aumente. En este tipo de alteración la temperatura corporal disminuirá, al igual que la frecuencia cardíaca y la fuerza de los músculos; por lo que la persona se sentirá mucho más cansada y se recuperará con mayor dificultad si realiza algún tipo de ejercicio.
Por otro lado quien padece hipertiroidismo va a tener los niveles de hormona tiroidea más altos por lo que su frecuencia cardíaca se verá aumentada, sintiendo en algunos casos taquicardias, exceso de calor y sudoración. En este caso se debe tener especial cuidado en la práctica del ejercicio aeróbico intenso, pues todos los síntomas anteriores se verán aumentados.
Respecto al ejercicio mi opinión al respecto es que las personas que se vean afectadas por cualquiera de estas alteraciones de tiroides no sólo pueden seguir haciendo ejercicio o empezar a realizarlo sino que DEBEN HACERLO, ya que está demostrado que obtendrán beneficios. Por ejemplo: al realizar ejercicio segregamos una hormona llamada serotonina; esta hormona va a disminuir la sensación de hambre, por lo que quienes padecen hipotiroidismo van a verse beneficiados, ya que, como decía al principio suelen aumentar de peso.
El ejercicio ideal para cualquiera de los dos casos va a ser el aeróbico moderado. Ejercicios como el caminar, la natación, la bicicleta, siempre con intensidades medias, con una duración entre 30-40 minutos y unas 5 veces por semana como máximo. También podemos combinar este entrenamiento con ejercicios de fuerza.
Lo único que se debe tener en cuenta es la supervisión por parte del médico que nos esté tratando la enfermedad y los posibles efectos de los medicamentos que estemos tomando ya que muchas veces pueden interferir con el ejercicio al provocar sensaciones de aceleración del ritmo cardíaco, alteraciones respiratorias y otras.
Por lo tanto, siempre que se siga un plan de ejercicios supervisado por un profesional, las personas que padecen estos trastornos van a notar como el ejercicio les ayuda y complementa en su regulación de la hormona tiroidea.
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Los desequilibrios de esta hormona van a provocar cambios involuntarios en el peso de quien lo padece, debilidad y cansancio y otro tipo de alteraciones relacionadas.
En el caso del hipotiroidismo la hormona del tiroides es baja, por lo que el metabolismo funciona mucho más lento, haciendo que el peso aumente. En este tipo de alteración la temperatura corporal disminuirá, al igual que la frecuencia cardíaca y la fuerza de los músculos; por lo que la persona se sentirá mucho más cansada y se recuperará con mayor dificultad si realiza algún tipo de ejercicio.
Por otro lado quien padece hipertiroidismo va a tener los niveles de hormona tiroidea más altos por lo que su frecuencia cardíaca se verá aumentada, sintiendo en algunos casos taquicardias, exceso de calor y sudoración. En este caso se debe tener especial cuidado en la práctica del ejercicio aeróbico intenso, pues todos los síntomas anteriores se verán aumentados.
Respecto al ejercicio mi opinión al respecto es que las personas que se vean afectadas por cualquiera de estas alteraciones de tiroides no sólo pueden seguir haciendo ejercicio o empezar a realizarlo sino que DEBEN HACERLO, ya que está demostrado que obtendrán beneficios. Por ejemplo: al realizar ejercicio segregamos una hormona llamada serotonina; esta hormona va a disminuir la sensación de hambre, por lo que quienes padecen hipotiroidismo van a verse beneficiados, ya que, como decía al principio suelen aumentar de peso.
El ejercicio ideal para cualquiera de los dos casos va a ser el aeróbico moderado. Ejercicios como el caminar, la natación, la bicicleta, siempre con intensidades medias, con una duración entre 30-40 minutos y unas 5 veces por semana como máximo. También podemos combinar este entrenamiento con ejercicios de fuerza.
Lo único que se debe tener en cuenta es la supervisión por parte del médico que nos esté tratando la enfermedad y los posibles efectos de los medicamentos que estemos tomando ya que muchas veces pueden interferir con el ejercicio al provocar sensaciones de aceleración del ritmo cardíaco, alteraciones respiratorias y otras.
Por lo tanto, siempre que se siga un plan de ejercicios supervisado por un profesional, las personas que padecen estos trastornos van a notar como el ejercicio les ayuda y complementa en su regulación de la hormona tiroidea.