Guía (definitiva) para que hagas frente a las rojeces de tu piel
Toma nota de nuestro plan de acción para poner freno a un problema que aumenta en los meses de frío
Aunque estamos viviendo un mes de octubre bastante atípico –algunos no han dudado en bautizar este tiempo de altas temperaturas como ‘veroño’- lo cierto es que, antes o después, el frío llamará a nuestra puerta. Y una de las principales damnificadas es tu piel, a la que le afectan, ¡y de qué manera!, los cambios constantes de temperatura. Una situación que padecen especialmente los cutis más sensibles, que sufren en primera persona las temidas rojeces. Es más habitual en las mujeres que los hombres -aunque en estos últimos los signos son más severos- y con mayor frecuencia aparece en pieles claras, secas y finas que generalmente son las más sensibles. Además, es frecuente que se manifieste a partir de los 25 años.
¿CÓMO DISTINGUIRLAS?
El primer paso es diferenciar ante qué problema nos encontramos. Los expertos de Avène resumen diferentes tipos:
-Rojeces fugaces: Son brotes causados por el frío, el viento, una comida condimentada, una emoción... que pueden hacer enrojecer la piel. Tras unos minutos, su aspecto vuelve a la normalidad.
-Rojeces permanentes o eritrosis: Durante un brote, los capilares del rostro se dilatan rápidamente y vuelven a la normalidad. A la larga, hay casos en los que las rojeces se hacen permanentes, sobre todo en la zona de las mejillas.
-Vasos dilatados o cuperosis: A partir de la eritrosis, algunos capilares sanguíneos están más dilatados y otros, incluso, se ven a simple vista. Estos pequeños vasos rojos constituyen la cuperosis.
-Rosácea: Antiguamente se llamaba acné rosáceo, porque surgen pústulas parecidas a las del acné. Es un problema más severo que requiere consulta médica (también la cuperosis).
FACTORES QUE AGRAVAN EL PROBLEMA
-La exposición al sol o temperaturas extremas.
-La ingesta de alcohol.
-El consumo de alimentos que producen aumento de calor (picantes, especias, platos calientes...).
-El uso de cosméticos inadecuados.
-Alteraciones hormonales (menopausia, embarazo).
-Estrés.
-Diabetes.
-Factores emocionales, especialmente en las personas tímidas.
Para abordar este problema, hemos hablado, además, con Maribel Yébenes, quien nos ha dado una serie de consejos para afrontar estos meses de otoño-invierno con la piel preparada.
¿Cómo debe enfrentarse nuestra piel al frío?
La piel es muy sensible a los cambios de temperatura. Una de sus funciones es la de recibir información de nuestro entorno, y mandársela al cerebro para saber qué nos rodea, nos ataca, etc… El frío contrae los capilares y, por tanto, el aporte de sangre a la superficie es menor, con la consiguiente merma en el transporte de nutrientes y oxígeno a ésta. Por este motivo, cuando hace frío nuestra piel se queda más pálida y opaca, perdiendo el brillo y la hidratación. La piel no tiene una medida de protección al frío innata. Sin embargo, acusa estos efectos perjudiciales para ella. Para enfrentarnos al frío es esencial nutrirla, hidratación también, pero sobre todo nutrición.
La aparición de rojeces es uno de los principales efectos de los cambios de temperatura en la piel, ¿se puede prevenir?
Para prevenir las rojeces debidas a los cambios de temperatura es importante mantener una buena rutina de cuidado de la piel. Limpieza, tonificación, hidratación y nutrición. Estos cambios de temperatura de la piel ocurren porque nos estamos moviendo por ambientes y pasamos de un extremo a otro en cuanto a temperaturas. Si la piel está sana y bien alimentada, aguantará y responderá mejor a estos cambios de ambiente. Es importante recurrir a fórmulas altamente hidratantes que no solo aporten agua esencial, sino que ayuden a mantenerla en su interior nutriéndola. También que ofrezcan cualidades de-sensibilizantes y protectoras, creando una ligera capa en su superficie que ejerza de “escudo”.
¿Qué tipos de piel son más propensas a la aparición de este problema de enrojecimiento cutáneo?
Sobre todo las pieles sensibles, y las blancas, ya que muestran mayor fragilidad capilar. En una piel más blanca siempre serán más visibles los capilares, sólo el hecho de comer y aumentar la temperatura de nuestro cuerpo será notable en estos tipos de piel.
¿Qué factores pueden influir en que este problema se haga más serio?
El alcohol y el tabaco, ya que hacen aumentar la temperatura de nuestra piel. De hecho enseguida se nota en una persona fumadora y/o bebedora, muestra capilares rotos en zonas como la nariz, mejillas y barbilla.
¿Cuál debe ser la rutina de cuidado facial de una persona de piel sensible?
La rutina de cuidados es la misma que para el resto de pieles, quiero decir, siempre limpieza, tonificación, hidratación… la diferencia está en el tipo de producto a utilizar, debe estar especialmente indicado para este tipo de pieles y que no sean muy activos porque agravan el problema.
La cosmética puede ayudarnos a tratar este problema de las rojeces, ¿qué productos no deben faltar en el neceser?
Siempre llevar un limpiador, una crema hidratante y maquillaje corrector para disimularlas.
COSMÉTICOS, ¡EN TU AYUDA!
Todos los expertos coinciden en que hay un buen número de cosméticos que pueden ayudarte a la hora de intentar mitigar el enrojecimiento de la piel. Algunas firmas -muchas de ellas de venta en farmacias- cuentan, incluso con una gama específica para tratar este problema. Hemos hecho nuestra selección para intentar ayudarte.
1. Lierac. 2. La Roche-Posay. 3. A-Derma 4. Forever Light Creator. 5. Plante System. 6. Avène, 7. Darphin
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¿HAY SOLUCIONES?
El doctor Fernando Ordás, dermatólogo de la madrileña Clínica Ordás, especializada en Dermatología y Estética, propone un tratamiento para eliminar la cuperosis con el láser Decolorante pulsado. Este tipo de láser tiene afinidad con el color rojo, con la hemoglobina y cuando dispara sobre el capilar el color rojo absorbe la energía del láser, rompe el endotelio- la capa interna que recubre el vaso sanguíneo- y provoca el colapso del vaso. El organismo se ocupa de reabsorber los vasos sanguíneos dañados hasta que desaparecen sin dejar rastro. El tratamiento es definitivo, ese vaso sanguíneo nunca vuelve a aparecer, pero sí pueden dilatarse otros nuevos por lo que habrá que seguir unas pautas para prevenir que vuelva la cuperosis. El doctor Ordás explica que “el láser es la mejor opción y la más segura para tratar la cuperosis”.
El número de sesiones se decide en función de cada piel, pero la media está entre 1 y 3, en intervalos de 30 días. Cada sesión dura unos 15 minutos y, tras la aplicación del láser, es normal que la piel quede un poco enrojecida e incluso puede aparecer algún pequeño hematoma, que se reabsorberá en pocos días y que se puede disimular con maquillaje.
Mientras, en el centro madrileño IML explican que en función de tipo, se requiere diferente tratamiento con un tipo u otro de láser. Por ejemplo, para los casos de cuperosis y telangiectasias faciales recomiendan el uso del láser dual Gemini. Puede ser suficiente con una sola sesión (310 €) o requerir de una segunda sesión de repaso. Es el dermatólogo quien debe precisar este aspecto.
LA ROSÁCEA, UN PROBLEMA MÁS SERIO
Aunque en sus inicios las rojeces no revisten más problemas que los puramente estéticos, los dermatólogos opinan que desde los primeros síntomas deben tomarse las medidas oportunas, porque en torno a los 35 o 40 años puede derivar en rosácea, una afección dérmica mucho más severa.
Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica y progresiva de la piel, que afecta sobre todo a población adulta entre los 30 y los 60 años. Denominada de forma errónea, como decíamos antes, ‘acné adulto’, provoca la aparición de enrojecimiento en zonas como la frente, la barbilla, mejillas y parte inferior de la nariz, a menudo acompañado por una sensación de quemazón o escozor. También genera la aparición de pequeñas espinillas y la rotura de los pequeños vasos sanguíneos del rostro.
Tal y como nos explican los expertos de Galderma, que acaba de lanzar su campaña de concienciación ‘Planta cara al enrojecimiento’, éste es el síntoma más común y persistente de la rosácea. Se trata de una condición tratable, que afecta a más de 40 millones de personas en todo el mundo.
Según un reciente estudio (Face Values: Global Perceptions Survey), el 12 % de los encuestados padecía enrojecimiento facial asociado a la rosácea y sólo un 1 % estaba diagnosticado. Además, ocho de cada diez de esos pacientes (78 %) consideran su enfermedad impredecible y difícil de controlar. Sin embargo, los datos de Face Values: Global Perceptions Survey revelan que los pacientes diagnosticados tienen mayores probabilidades de mantener sus síntomas bajo control (39 %) que aquellos aún por diagnosticar (20%), casi el doble. Las personas diagnosticadas tienden a estar más motivadas para deshacerse del enrojecimiento y más abiertas a probar cambios en su estilo de vida o cosméticos.
Para la doctora Natalia Jiménez, dermatóloga del Hospital Quirón San José de Madrid y Máster en Dermatología Estética por la Universidad de Alcalá, identificar los síntomas de la rosácea y acudir al médico para conseguir un diagnóstico es el primer paso para poder controlar sus síntomas. “La rosácea es una enfermedad crónica, que no tiene cura. Pero su diagnóstico es clave, ya que aquellas personas que logran diagnosticar su enfermedad tienen el doble de posibilidades que el resto de mantener el enrojecimiento a raya”, apunta.
Una vez identificado el problema, el siguiente paso es reconocer los factores que activan sus síntomas, entre los que se encuentran la exposición solar; determinados alimentos, bebidas y productos cosméticos; el ejercicio o el estrés. Según la farmacéutica Lucía Arroyo, “aunque no es curable, la rosácea es un problema manejable y tratable a través de una rutina adecuada para el cuidado de la piel, del control de los factores que disparan su aparición y con terapias tópicas, que mejoran el aspecto del rostro”.