Aún queda mucho para los duros días de invierno, pero los expertos ya apuntan a una bajada generalizada de las temperaturas que, no hay duda, también afecta a nuestra piel. Felicidad Carrera apunta que es habitual a partir de estas fechas, que se multipliquen en su centro las consultas sobre sequedad, tirantez, pérdida de luminosidad y aparición de rojeces. Por eso, esta experta en belleza no duda en realizar un recorrido pormenorizado y seguro que muy útil, sobre los cuidados básicos de la piel en los meses de frío. Te recomendamos que no pierdas detalle… ¡tu cutis te estará muy agradecido!
La deshidratación, también en invierno
La pérdida de hidratación es la alteración más frecuente cuando los termómetros empiezan a bajar. Lo normal es extremar la hidratación en verano porque todos sabemos que el sol, el agua del mar y las piscinas provocan sequedad; sin embargo, la época del año en la que nuestra piel pierde más agua es el invierno. El frío provoca una gran deshidratación cutánea, debido a la vasoconstricción de los capilares que éste provoca, se ralentiza la renovación celular, por tanto la capa formada por las células muertas aumenta e impide que la secreción sebácea llegue con facilidad a la superficie a lubricar y nutrir la epidermis, dejando la piel seca y sensible. Además la humedad relativa del ambiente baja a causa de la calefacción y provoca la evaporación del agua de la piel.
¿Y qué provoca? Trae consigo pérdida de elasticidad y, por tanto, arrugas. En algunos casos, pueden aparecer descamaciones por el exceso de deshidratación o incluso rojeces en las mejillas provocadas por la alteración de las paredes de los capilares debido a los cambios bruscos de temperatura.
Con el cambio de estación debería cambiar también nuestra rutina de belleza, los meses de frío que son en general meses “desecantes”, por lo que todos nuestros cuidados faciales deberían estar destinados a proteger la barrera natural de hidratación.
Plan de acción
En invierno debemos aplicar protocolos específicos de limpieza e hidratación diarios para mantener la capa hidrolipídica en sus niveles óptimos.
La limpieza diaria es el primer paso de belleza. Limpiar el rostro a diario contribuye a potenciar la efectividad de los productos que apliquemos después y a tener una piel más sana y cuidada. De hecho, Felicidad Carrera recomienda un ritual de doble limpieza dos veces al día. La finalidad de la limpieza es eliminar la suciedad provocada por la contaminación y el polvo, los microorganismos, así como los restos de cosméticos, las secreciones de la propia piel (el sudor, la secreción sebácea) y las células queratinizadas.
La contaminación se adhiere a la piel obstruyendo los poros y generando una película de suciedad dándole un aspecto mate y grisáceo, además de restarle luminosidad e hidratación. Algunos contaminantes químicos aceleran el proceso de envejecimiento de la piel y además pueden dar lugar a procesos de dermatitis alérgica o irritante que puede aparecer incluso años después de la exposición. Las impurezas en algunos casos obstruyen los poros, favoreciendo la aparición de puntos negros y granitos, y en otros la resecan acelerando el envejecimiento. Por eso, es conveniente:
- Limpiar la piel dos veces al día: por la mañana para eliminar sudor, grasa, células muertas y restos de cosméticos de la noche anterior. Y antes de acostarnos para retirar el maquillaje, el polvo, la contaminación, los restos de cosméticos y todas las impurezas que se van depositando en nuestra piel a lo largo del día.
- Utilizar un limpiador suave, sin jabón. Hay que elegir productos limpiadores elaborados a base de Syndets o tensioactivos no iónicos o anfóteros que respetan la estructura de la piel. Ante la duda es mejor elegir productos limpiadores diseñados para pieles sensibles porque éstos nunca incluyen jabones y además tienen un menor contenido de detergentes aunque por supuesto lo mejor es dejarnos asesorar por un profesional. También es importante utilizar cosméticos limpiadores con un pH ácido eudérmico, entre 5 y 5,5 y evitar los de pH neutro.
- Retirar el cosmético limpiador con una toalla ligeramente humedecida. Desaconsejamos lavar la cara con mucha frecuencia o aclarar la piel con abundante agua porque el exceso de agua favorece la desecación de la piel. Todos los procesos de limpieza, incluso el agua, tienen el inconveniente de que eliminan partes del manto hidrolipídico protector.
- Conviene utilizar un tónico entre la limpieza y la aplicación de los productos de tratamiento. Hay que utilizar un tónico sin alcohol, pues el alcohol contribuye a resecar la piel. El pH de la dermis es cercano a 7 pero se transforma en pH ácido en la superficie debido a los ácidos que contiene el sudor en torno a 5.5 de media, aunque puede variar de 4 a 7. Este pH ácido es una defensa frente a microorganismos. Hay varios factores que elevan el pH de la piel como la edad y el lavado con detergentes, por eso es necesario utilizar un tónico para recuperar el pH natural.
- En pieles gruesas, grasas o resistentes los expertos de Felicidad Carrera reomiendan realizar una exfoliación suave con cierta frecuencia para retirar las células muertas que se depositan en la piel. Cuando hace frío, se produce vasoconstricción, es decir, los capilares se contraen disminuyendo la irrigación. Como consecuencia, hay menos oxígeno y nutrientes para las células, se retarda el recambio y se acumulan las células muertas, dando un aspecto opaco y grisáceo a la piel.
- En pieles muy secas, conviene usar productos limpiadores con propiedades sobreengrasantes que incluyen en su formulación ácidos grasos insaturados de origen natural.
- Se debe recurrir a la limpieza profesional cuando la piel muestra un aspecto mate, grisáceo, cuando tiene puntos negros o granitos. Según el tipo de piel, se necesitan más o menos tratamientos de limpieza profunda a lo largo del año. Generalmente las pieles mixtas o grasas requieren más frecuencia que las secas.
Y además…
- Hidratar y/o nutrir: Es importante aplicar mayor cantidad de crema hidratante y, si se tiene la piel muy seca, repetir la aplicación dos o tres veces al día. En casos en los que las pieles están especialmente secas o cuando vamos a acudir a la montaña o a algún lugar muy frío, es recomendable utilizar una crema nutritiva sobre la hidratante. Un ejemplo: los esquimales se ponen grasa sobre la piel para protegerse del frío.
- Utilizar un producto para contorno de ojos en invierno es básico porque la piel periocular es más fina, sensible y susceptible a la deshidratación, para protegerla del frío y del viento sería recomendable utilizar, también en invierno, gafas de sol para salir a la intemperie.
- Regenerar. Como consecuencia del menor aporte de oxígeno y nutrientes a la piel se ralentizan los procesos de regeneración, por lo que debemos ayudar a nuestra piel a renovarse con cosméticos específicos. Hay que tener en cuenta que la piel se regenera sobre todo por la noche, así que es conveniente aplicar estos productos antes de acostarse.
- Proteger: Debemos protegernos también de los rayos UV aunque no haya sol.