El tiempo nos ha dado una pequeña tregua, pero más pronto que tarde recuperaremos las temperaturas propias del mes de mayo, y estrenaremos el verano, una estación que, en España es sinónimo de sol y aire libre y estos dos elementos, que tienen indudables efectos beneficiosos, pueden también afectar a nuestra piel, en toda su extensión y de manera particular a la zona de la espalda, que está a buen recaudo en los meses de invierno. Por ello es aconsejable que realicemos unos cuidados en esta zona, antes, durante y después de la época estival. Los expertos de DERMUS, Asociación de Clínicas Privadas especializadas en Dermatología, nos resumen sus recomendaciones en tres puntos clave.
Antes del verano
Aún estás a tiempo y puedes aprovechas estos días de transición para realizar una limpieza profunda de la piel, con el empleo de peelings abrasivos suaves, que permita eliminar la mayor cantidad de células muertas posible. De esta manera se podrá realizar una hidratación conveniente, que permitirá un bronceado, siempre con la utilización de los filtros adecuados, más uniforme y duradero.
Durante las exposiciones solares
La espalda es una de las zonas del cuerpo más expuesta a las radiaciones solares, por ejemplo, cuando estamos disfrutando de la natación. Una buena preparación de la piel y la utilización correcta del filtro adecuado evitara en el futuro la aparición de las lesiones en forma de pecas, que no suelen ser especialmente estéticas. Para ello es conveniente recordar las reglas de exposición solar, aplicando el filtro dos horas antes de la misma, repitiendo la aplicación cada dos horas de exposición, y, muy especialmente en la zona de la espalda cada vez que salgamos del agua. Además, el tipo de filtro para esta zona, generalmente más grasa sobre todo en su parte alta, deberá ser fluido, de fácil difusión y para facilitar su colocación en esa zona de difícil acceso pueden ser útiles los formatos en spray.
Pero no sólo el sol puede perjudicar nuestra piel. También los productos de conservación de las piscinas, que pueden causar reacciones especialmente en las personas de piel sensible. Estos productos, indispensables por otra parte para una correcta conservación del agua, afectan a nuestra piel, creando zonas de mayor sequedad, que al ser expuestas al sol no se broncean del mismo modo que las zonas hidratadas. Así, se pueden crear zonas de distinta coloración. Es por tanto necesario que eliminemos los restos de agua de piscina tras haber estado en ella, mediante una ducha con agua corriente y un jabón emoliente de PH lo más similar al de nuestra piel (5.5). Y, por supuesto, es fundamental la aplicación posterior de una hidratante ligera.
Por otra parte, la mayor vida al aire libre y la correcta exposición solar van a ser excelentes aliados para mejorar, llegando a la curación, las habituales imperfecciones como los granitos que suelen estar presentes durante el resto del año en las pieles con tendencia grasa y acnéica.
¿Y tras el verano?
Aún queda mucho tiempo, pero no está de más pensar en los cuidados para después del verano. Si no hemos llevado el cuidado adecuado, la piel habrá sufrido el castigo de la exposición y deberemos realizar nuevamente una exfoliación suave y una hidratación profunda, para abordar de la mejor forma posible las inclemencias de las estaciones venideras.