La primavera está ligada, inevitablemente a la floración. Árboles en flor, jardines con un verdor especial, flores de intensos colores y aromas... Todo un deleite para la vista, sin duda, pero un auténtico tormento para quienes sufren problemas de alergia. La flor y la hoja vienen acompañadas de grandes cantidades de polen que a menudo provocan numerosas alergias. Y, además, sus indeseados efectos secundarios no se limitan a estornudos incontrolables, narices irritadas y ojos llorosos: la piel también sufre.
Así, hay personas que notan cómo en esta época su cutis se muestra hipersensible, y reacciona de forma exagerada ante cualquier estímulo, incluidos los productos de tratamiento habituales, por lo que conviene adoptar medidas de protección y prevención extremas.
- Huye de cualquier producto potencialmente irritante.
- Opta por cosméticos hipoalergénicos y suaves que no alteren el equilibrio cutáneo.
- No está de más tener a mano un vaporizador de agua termal para rociar sobre los rostros irritados: su contenido en minerales y activos calmantes ayuda a relajar y descansar hasta las pieles más alteradas.