Cuando piensas en los síntomas más característicos de la menopausia, lo primero que se te viene a la mente, seguramente, sean los sofocos. Son, está claro, el síntoma más conocido. Pero no el único. Y es que otra de las partes que sufre los efectos de esta etapa es la piel. Junto con los cambios vasomotores, óseos o metabólicos que aparecen en esta etapa, también están los cutáneos.
“Buena parte de la población desconoce que la disminución del colágeno en la piel a partir de los 45-50 años es debida a la deficiencia estrogénica provocada por la menopausia”, apunta Elena Ruiz Domingo, especialista en Ginecología y Obstetricia. “De hecho”, continúa, “existen publicaciones científicas que avalan que las mujeres que tienen una menopausia prematura presentan un envejecimiento cutáneo más rápido”.
Piel más fina y más seca
En esta etapa, la disminución de estrógenos en la mujer conlleva la pérdida de lípidos, agua y colágeno. “Por este motivo, la manifestación más visible de la piel durante la menopausia es su adelgazamiento y sequedad, de manera que la piel se vuelve más fina y transparente. Así, está más delgada porque disminuye la capa de colágeno y está más seca porque las glándulas sebáceas segregan menos sebo, unos cambios que conducen a una epidermis más rugosa, seca y dura”, afirma esta experta.
“Hoy en día los ginecólogos nos preocupamos no sólo de prescribir tratamientos para la prevención de la osteoporosis, enfermedades cardiovasculares o la propia sintomatología de la menopausia, como los sofocos, sino que tenemos en cuenta la principal preocupación de la mujer madura en España: preservar su salud sin deteriorar su imagen física”, apunta la doctora Ruiz Domingo
“Dentro de esa imagen física”, añade el doctor Rafael Sánchez Borrego, presidente de la AEEM, “las mujeres han pasado de asumir la deshidratación de la piel como algo normal de la edad a mostrar una gran preocupación por el estado de la salud de su piel. Y esto se enmarca dentro del concepto global de salud de la mujer por el que se tiene en cuenta el bienestar general, y no sólo el tratamiento de las patologías en concreto”.
Hidratar y cuidar la piel
La piel experimenta cambios a lo largo de toda la vida condicionados bien por factores intrínsecos (la herencia, la raza y la edad), o extrínsecos (los años de exposición solar, los hábitos alimenticios, fumar, etc.). No obstante, para hacer más lenta y disminuir la intensidad a largo plazo de estos factores y de la menopausia en la dermis, es necesario que los cuidados de la piel se adopten desde bien temprano, “de forma que cuando la falta de estrógenos se presente, la piel tenga una buena calidad e hidratación”, añade la doctora Ruiz Domingo.
Tal y como explica esta experta, “el deterioro de la piel está condicionado por la exposición al sol y el tabaco y hay que mantener unos hábitos de vida saludables, con una alimentación rica en frutas, verduras, fibra, evitando el tabaco y haciendo ejercicio. Además, en aquellas mujeres para las que esté indicada, la terapia hormonal de reemplazo ayuda a estimular el ácido hialurónico, mejora la vascularización y la retención hídrica. Pero todo ello, siempre y cuando sepamos aceptar la edad que tenemos”.
Sol, sí, pero con precaución
Por último, y no menos importante ante la llegada del verano, es tomar el sol moderadamente, utilizar protectores solares adecuados e ingerir agua. “No hay que olvidar que el sol es a la piel lo que el alcohol al hígado. La piel tiene memoria y contabiliza las horas de rayos UVA y UVB recibidos manifestándose sus consecuencias años después, y es que se calcula que el 70% de la exposición solar que recibimos proviene de los primeros 20 años de vida”, comenta esta experta.
A pesar de todo, no hay que olvidar que el sol es una de las principales fuentes de vitamina D y como indica la doctora Ruiz Domingo, “es muy beneficioso tomar el sol durante 15 minutos al día, tanto para la salud en general como para fortalecer los huesos”.