Prueba superada: tu piel ya luce ese tono dorado que tanto esperabas, gracias a las sesiones de piscina o playa. Pero, ¿qué pasa una vez que tu piel se ha bronceado? A menudo, las personas de piel muy oscura o que ya están bronceadas piensan que pueden renunciar a la protección: tenemos que decirte que no es una buena idea.
El ansiado moreno es uno de los mecanismos cutáneos para protegerse de la radiación solar, pero no basta. Los melanocitos forman una pantalla oscura (el bronceado) que nos aísla de uno de los peligros: el eritema solar o quemadura, provocados por los rayos UVB. Pero no nos logra proteger de los daños, más insidiosos y sibilinos, que causan los rayos UVA, que en silencio y sin que nos demos cuenta, llegan a las capas más profundas de la piel y hacen trizas el colágeno y la elastina.
Aunque te dé algo de pereza, recuerda que es mejor usar un solar, aunque sea de índice bajo, pues la piel queda más hidratada, con un bronceado más duradero y a la larga, reduce el riesgo de arrugas y manchas. Una buena idea son los productos en spray, muy ligeros y fáciles y rápidos de aplicar.