La piel del contorno de los ojos es una de las más delicadas del cuerpo. No sólo no tiene apenas glándulas sebáceas, sino que además, para permitir el parpadeo, es extraordinariamente fina y, por si fuera poco, no tolera agentes irritantes, por lo que es firme candidata a padecer alergias de todo tipo. Ante este panorama, no es de extrañar que las patas de gallo sean de las primeras arrugas en aparecer, incluso a edades muy tempranas. La prevención se convierte, una vez más, en el mejor sistema antiedad.
-El sol ejerce un doble daño. Por un lado, la radiación ultravioleta degrada el colágeno y la elastina y, por otro, la luz provoca que se guiñen los ojos, lo que favorece la aparición de arrugas. Es importante usar gafas de sol que ofrezcan una protección eficaz y que cubran el mayor área de piel posible.
-La falta de cuidados se traduce en una piel deshidratada y, por tanto, apergaminada. No hay que olvidar usar una crema en esta zona mucho antes de que aparezca la primera marca de la edad. No pasa nada por usar el tratamiento habitual en el contorno de los ojos, pero es preferible usar un producto específico. Al tener menos grasa que las cremas faciales, se corre menor riesgo de irritación del globo ocular en caso de que entre el producto en los ojos. Igualmente, algunas fórmulas de rostro son demasiado pesadas para los párpados, lo que puede traducirse en bolsas.
-¡Adiós al tabaco! La nicotina ataca la oxigenación de las células y desata una auténtica tormenta de radicales libres. Por si eso fuera poco, el humo de los cigarrillos provoca que guiñemos los ojos de forma constante, lo que no sirve más que para crear arrugas.
-Por último, conviene desmaquillar los ojos con productos específicos, que permitan eliminar sombras y máscara sin tirones y con suavidad, para no dañar el tejido cutáneo.