Los labios requieren unos cuidados muy concretos. La culpable es su piel, fina y delicada, diferente a la del resto del cuerpo, con una capa exterior mucho más débil que la del rostro, de manera que su función de barrera es menos eficaz. Eso quiere decir que la boca es mucho más propensa a deshidratarse -especialmente en estos meses de frío-, con las consecuencias que ello tiene: descamación, tirantez y pequeñas grietas. ¿Quieres evitar que se resequen?
- Es importante que no te humedezcas los labios con la lengua cuando los sientas secos: el alivio es sólo temporal y, por si fuera poco, falso, ya que cuando se evapora la saliva, los labios quedan aún más secos.
- La norma parece clara: mantenerlos hidratados es básico. Lleva siempre a mano una vaselina o cacao, sobre todo en climas secos o cuando hace viento.
- Usa labiales muy cremosos, evitando las fórmulas de larga duración, que suelen ser menos emolientes.
- Si quieres, puedes usar un cepillo de dientes viejo para, cada noche, frotar con ellos los labios para así ejercer una suave exfoliación que ayude a eliminar los pellejitos. Sin embargo, en ocasiones esta medida resulta demasiado agresiva, y basta con frotar la piel de los labios con una toalla.