Antes de aplicar el esmalte, agítelo entre las manos. Introduzca el pincel, escúrralo en el borde y aplíquelo comenzando con una pincelada grande en el centro y completando con otras dos a cada lado, hasta cubrir toda la superficie. Asegúrese siempre de hacerlo en capas finas, para evitar problemas de secado o la formación de burbujas de aire. Respete el tiempo de secado entre capa y capa: es la forma más sencilla de conseguir un buen resultado.
Si su esmalte se ha quedado algo reseco o demasiado espeso a causa del paso del tiempo, no le añada acetona. Es mejor sumergir el envase en un recipiente con agua caliente, casi como al baño maría, para diluír el esmalte y devolverle la fluidez perdida.