Trucos para un bronceado más bonito y duradero
Tras tomar el sol, lo más importante es rehidratar la piel. La clave está en sentir el cuerpo confortable y sedoso. Un buen truco, por ejemplo, es usar primero un after sun ligero y, tras esperar a que penetre, pasar a una nutritiva más rica o incluso a un aceite.
Partiendo de esa idea, son cada vez más los productos after sun que contienen un pequeño porcentaje de DHA, el activo de los autobronceadores que "tiñe". Si por ejemplo un autobronceador normal contiene un 5% de este agente, los llamados "prolongadores del bronceado" pueden contener entre un 2% y un 3%. El resultado es excelente y muy favorecedor, pero tiene un pero: a menudo, uno no se da cuenta de que tienen autobronceador hasta que es demasiado tarde. Es decir, hasta que la piel queda a manchas o las palmas de las manos se tornan anaranjadas.
Para averiguar si su after sun favorito pertenece a la familia autobronceadora, lea la lista de ingredientes. Si contiene dihidroxiacetona, ¡bingo!, debe tener cuidado al aplicarlo. Otro truco de rastreador es ver si recomienda lavarse las manos tras su aplicación: este es signo seguro de que incluye DHA en su fórmula.
Sin embargo, no podemos resistir la tentación de revelarle uno de los trucos de los maquilladores profesionales para conseguir una piel ultra-luminosa: las cremas iluminadoras. Estas son hidratantes corporales que incluyen micropartículas nacaradas y/o centelleantes que actúan como pequeños focos que reflejan la luz en todas direcciones y le dan un satinado único al cuerpo. Este tipo de cremas resultan especialmente favorecedoras en verano, cuando escote, brazos y piernas se lucen en libertad, y se aplican de pies a cabeza para resaltar su luz.
Para las mujeres que quieran ir un poco más allá, nada como los aceites sublimadores. Estos son productos oleosos que contienen multitud de partículas doradas que dan un resplandor aúreo al cuerpo, especialmente cuando la piel está muy bronceada. Son fórmulas corporales (no se deben aplicar sobre el rostro, son demasiado grasos y centelleantes para ello) que dan un aspecto muy seductor y veraniego a la piel.
Una siesta a destiempo, un despiste o un afán excesivo de bronceado: a veces, hasta la persona más juiciosa y sensata cae víctima del poder abrasivo del sol y paga su día de playa o de piscina con una piel roja, dolorida e irritada. Lógicamente, lo ideal es evitar que esto suceda, pero existen fórmulas para aliviar el desastre.